En 2 Reyes 3 se relata como el rey de Moab, que era tributario de Israel, se rebeló contra el rey de Israel tras la muerte de Acab. Joram, quien era hijo de Acab y rey de Israel en ese entonces, buscó la ayuda del rey de Judá y el rey de Edom para hacer la guerra contra Moab.
Esos reyes accedieron a la petición de Joram. Pero después de andar siete días por el desierto de Edom les faltó agua para el ejército y para sus animales. Entonces consultaron a Eliseo, profeta del Señor, para saber qué debían hacer. Y cuando Eliseo vio a Joram, le dijo: “Vive el Señor de los ejércitos, ante quien estoy, que si no fuera por respeto a la presencia de Josafat, rey de Judá, no lo miraría ni lo atendería” (v. 14). Eliseo accedió a la petición. Pero el profeta deja claro que no lo hizo por Joram, quien hizo lo malo ante los ojos de Dios (v. 2); sino que él lo hacía por Josafat, quien sí hizo lo bueno ante los ojos de Dios (1 Re. 22:43).
Dios prometió, a través de las palabras del profeta Elías, darles agua: “No verán viento, ni verán lluvias; sin embargo ese valle se llenará de agua, y beberán ustedes y sus ganados y sus bestias” (v. 17). Pero eso no fue todo, Dios también prometió darles la victoria sobre los moabitas: “Aun esto es poco ante los ojos del Señor; también entregará en manos de ustedes a los moabitas” (v. 18). Y todo eso no fue por el rey Joram, quien –como dije anteriormente– hizo lo malo ante los ojos de Dios; tampoco fue porque Josafat fuera sin pecado, en 2 Crónicas 29:2 el profeta Jehú lo reprende por ayudar al impío y amar a los que odian al Señor.
En última instancia Dios lo hizo porque Él es así, un Dios bueno y generoso. Fíjense otra vez en las primeras palabras del versículo 18: “Aun esto es poco ante los ojos del Señor”. Ellos consideraron como una gran cosa el conseguir agua para beber, pero Dios lo consideró como poca cosa y les dio también la victoria.
ESE ES TU DIOS
Cristiano, ¡ese es tu Dios! Un Dios bueno y generoso. ¡Ese es tu Dios! Un Dios que considera como poca cosa bendecir; no para no hacerlo “porque no vale la pena”, sino para bendecir muchísimo más. ¡Ese es tu Dios! Un Dios que da mucho más de lo que los pecadores se atreverían a esperar. Así que, esperemos grandes cosas de Dios.
La venida de Jesucristo demuestra como ninguna otra cosa que Dios es bueno y generoso, que Él da mucho más de lo que los pecadores se atreverían a esperar. Dios amó tanto al mundo que envió a Su Hijo Jesucristo para que los pecadores que se arrepienten y tienen fe no sean condenados eternamente en el infierno.
Pero como si eso fuera poco, en Jesucristo, Dios también les da una vida en comunión con Él llena de gozo que se extenderá por toda la eternidad. Dios no nos salvó del infierno y, después, nos dijo: “ahora esfuércense por alcanzar el cielo”. Dios nos salvó del infierno y nos regaló el cielo.
SI NO ERES CRISTIANO
Amigo que todavía no eres cristiano: Dios es tan bueno y generoso que Él está interesado en darte más que un novio o restaurar tu matrimonio, más que darte un empleo o hacerte prosperar económicamente, más que mantenerte saludable o sanarte de cáncer; Él está interesado en darte la salvación que hay en Jesucristo.
Todas las cosas mencionadas al principio son buenas, pero la salvación que Jesucristo ofrece es mejor porque la disfrutarás por toda la eternidad. En el día final te darás cuenta de que tener el mundo entero sin tener a Jesucristo como Salvador y Señor es igual a no tener nada; pero no tener nada y tener a Jesucristo es igual a tenerlo todo. Así que, suelta todos esos pecados que sostienes y con tu mano vacía y extendida pide confiadamente la salvación que hay en Jesucristo.