Somos pecadores por naturaleza, lo quiere decir que el pecado es el estado de rebeldía del corazón hacia Dios. Leemos en Isaías 53:6a: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino”; y en Efesios 2:3: “todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente”.
Pero tambien somos pecadores en la práctica, lo quiere decir que el pecado es hacer aquello que Dios nos manda que no hagamos (i. e. Pecado de comisión: 1 Juan 3:4b) o no hacer aquello que Dios nos manda que hagamos (i. e. Pecado de omisión: Santiago 4:17).
Y como consecuencia del pecado, toda persona sin la gracia que hay en Jesús:
- Está muerta espiritualmente (Efesios 2:1).
- Está bajo esclavitud (Tito 3:3; Juan 8:34).
- Está en enemistad con Dios (2 Corintios 5:18-20).
- Está bajo la ira de Dios (Salmos 7:11; Efesios 2:3).
- Estará separado de Dios en el infierno (Mateo 7:23; 13:41, 42).
Pero la buena noticia es que Jesús salva del pecado y de sus consecuencias a todo aquel que se arrepiente y confía en Él: “Y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque El salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21).