Oíd un son en alta esfera:
“¡En los cielos gloria a Dios!
¡Al mortal paz en la tierra!”
canta la celeste voz.
Con los cielos alabemos,
al eterno Rey cantemos,
A Jesús que es nuestro bien,
con el coro de Belén;
Canta la celeste voz:
“¡En los cielos gloria a Dios!”.
El Señor de los señores,
el Ungido celestial,
Por salvar a pecadores
toma forma corporal.
¡Gloria al Verbo encarnado,
en humanidad velado!
¡Gloria a nuestro Redentor,
a Jesús, Rey y Señor!
Canta la celeste voz:
“¡En los cielos gloria a Dios!”.
Príncipe de paz eterna,
gloria a ti, Señor Jesús;
Con tu vida y con tu muerte,
nos ofreces vida y luz.
Has tu majestad dejado,
a buscarnos te has dignado;
Para darnos el vivir,
A la cruz fuiste a morir.
Canta la celeste voz:
“¡En los cielos gloria a Dios!”.
Letra: Charles Wesley, 1739, adapt. George Whitefield, 1753, trad. Federico Fliedner. Música: Felix Mendelssohn, 1840, arreg. William H. Cummings, 1856.