En la primera parte de 1 Corintios 15:58 el apóstol Pablo (inspirado por Dios) concluye el capítulo con la siguiente exhortación: “Por tanto, mis amados hermanos, estad firmes, constantes, abundando siempre en la obra del Señor”. Esa no es una exhortación superflua, no está allí de más. Se nos llama a estar firmes y a ser constantes porque seremos tentados desde dentro y desde fuera de nosotros mismos a arrojar la toalla, a no seguir creyendo y a no seguir en la obra del Señor.
¿Cómo podemos abundar siempre en la obra del Señor a pesar del desánimo interno y la oposición externa? La segunda parte del versículo nos provee la respuesta a esa pregunta. Este es nuestro combustible mientras trabajamos en el Señor: “sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”. ¡No es en vano! ¡No es en balde! ¡No es sin sentido! Este trabajo en el Señor abarca llevar el evangelio a lugares adonde nunca han escuchado las buenas noticias, evangelizar, discipular a otros, enseñar la Palabra de Dios, pastorear una congregación. Pero también, este trabajo en el Señor abarca todo trabajo que aquellos que han sido unidos a Jesucristo (todo cristiano verdadero), guiados por el Espíritu Santo, hacen principalmente para el Señor.
Aunque el trabajo parezca insignificante, aunque otros no lo noten, aunque no veamos los resultados esperados ahora y seamos tentados a desanimarnos, aunque otros se opongan, no olvidemos lo que Dios dice: “no es en vano”. Se acerca el día en el cual seremos libres total y definitivamente de la presencia del pecado y de toda debilidad. Se acerca el día en el cual seremos recompensados por el Dios de toda gracia.