Hoy, mientras leía nuevamente el relato del leproso que fue sanado por Jesús, admiro cómo Dios dotó de conocimiento teológico (conocimiento acerca de Dios) a este hombre.
En Mateo 8:1-4 encontramos a un leproso adorando a Jesús y postrándose ante Él, y éste (leproso) dijo: “Señor, si quieres, puedes limpiarme” (v. 2). En esta breve oración, aparte del reconocimiento de Jesús como Señor, encontramos dos grandes verdades: El leproso declaró (1) la soberanía y (2) la omnipotencia del Señor Jesús. La soberanía de Dios significa que Él, como gobernador supremo del universo, libremente hace todo lo que Él quiera hacer. La omnipotencia de Dios significa que Él tiene el poder para hacer todo lo que Él quiere hacer. Es como si el leproso hubiera dicho: «Tú, Señor, quien eres soberano y omnipotente; por favor, sáname«.
Mientras el leproso proclamó la soberanía y omnipotencia del Señor Jesús, pidió ser sanado. La respuesta de Jesús fue manifestar Su soberanía y Su omnipotencia a favor del leproso, Él dijo: “Quiero; sé limpio” (v. 3a). «Y al instante» –la enfermedad incurable no tardó en dejar a este hombre, dice la segunda parte del versículo 3, «su lepra desapareció«.
¡Este es nuestro Señor, quien es el Gobernador supremo de todo el universo que libremente hace y tiene el poder para hacer todo lo que Él quiera hacer!
La grandeza de Dios es tan amplia que no la podemos explicar y muchas veces ni comprender, pero sin duda es el soberano y su poder no tiene limites. Este mensaje es precioso.
Nunca lo habia visto asi 🙂