¡Dios bendiga [mi nación]!

En estos últimos días se ha incrementado en mí una preocupación por mi nación. Pienso que el principal detonador de esa preocupación fue Jeremías 29:7 que dice: “Y buscad el bienestar de la ciudad adonde os he desterrado, y rogad al SEÑOR por ella; porque en su bienestar tendréis bienestar”. En el tiempo en el cual se escribió ese pasaje, el pueblo de Israel había sido llevado cautivo por Babilonia. Sin embargo, Dios llamó a Su pueblo a buscar el bienestar de la ciudad donde estaban y a rogar por ella. Aunque esta tierra –tal como es ahora– no es nuestro hogar, el mismo llamamiento se dirige a nosotros hoy (véase 1 Timoteo 2:1, 2).

Debemos orar a favor de nuestra nación: que Dios la bendiga; que Dios, en Su gracia común, la guarde del pecado; que sea gobernada con justicia; y que tanto los gobernantes como los ciudadanos conozcan personalmente al Señor Jesucristo.

Ahora, nótese que no sólo se dice que se ruegue al Señor a favor de la ciudad, sino también que se busque el bienestar de ésta. En vez de quedarnos de brazos cruzados ante las cosas que deben mejorar o cambiar en nuestra nación, debemos procurar activamente el bienestar de ésta de una manera honorable1. ¿Y qué es mejor para una nación que el tener a Jesucristo como Su Salvador y Señor? Por lo tanto, prediquemos el evangelio y adornémoslo con nuestra conducta. Todo eso resultará en beneficio tanto para la nación como para nosotros, los que estamos en esta nación.


1 Sí, es cierto que el cambio no es sólo de uno, pero empieza por uno. Y si yo, como individuo, no cambio ahora, ¿cómo puedo esperar un cambio positivo en mi nación?

Publicado por

Misael Susaña

Misael Susaña nació en República Dominicana, fue salvado a la edad de trece años y actualmente es uno de los pastores de Iglesia Fundamento Bíblico. Es también maestro de Inglés. Estudió Teología Sistemática en la Academia de la Gracia (Reformed Baptist Seminary) y ha participado en varios diplomados. Desde el 2008, ha publicado regularmente artículos bíblicos en su blog (gustadaDios.com). Misael, teniendo en mente Salmos 34:8, prefiere describirse a sí mismo como un «Catador de la bondad de Dios y feliz promotor de ésta; para Su gloria y el beneficio [en Él] del creyente».

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