¡Dios bendiga [mi nación]!

En estos últimos días se ha incrementado en mí una preocupación por mi nación. Pienso que el principal detonador de esa preocupación fue Jeremías 29:7 que dice: “Y buscad el bienestar de la ciudad adonde os he desterrado, y rogad al SEÑOR por ella; porque en su bienestar tendréis bienestar”. En el tiempo en el cual se escribió ese pasaje, el pueblo de Israel había sido llevado cautivo por Babilonia. Sin embargo, Dios llamó a Su pueblo a buscar el bienestar de la ciudad donde estaban y a rogar por ella. Aunque esta tierra –tal como es ahora– no es nuestro hogar, el mismo llamamiento se dirige a nosotros hoy (véase 1 Timoteo 2:1, 2).

Debemos orar a favor de nuestra nación: que Dios la bendiga; que Dios, en Su gracia común, la guarde del pecado; que sea gobernada con justicia; y que tanto los gobernantes como los ciudadanos conozcan personalmente al Señor Jesucristo.

Ahora, nótese que no sólo se dice que se ruegue al Señor a favor de la ciudad, sino también que se busque el bienestar de ésta. En vez de quedarnos de brazos cruzados ante las cosas que deben mejorar o cambiar en nuestra nación, debemos procurar activamente el bienestar de ésta de una manera honorable1. ¿Y qué es mejor para una nación que el tener a Jesucristo como Su Salvador y Señor? Por lo tanto, prediquemos el evangelio y adornémoslo con nuestra conducta. Todo eso resultará en beneficio tanto para la nación como para nosotros, los que estamos en esta nación.


1 Sí, es cierto que el cambio no es sólo de uno, pero empieza por uno. Y si yo, como individuo, no cambio ahora, ¿cómo puedo esperar un cambio positivo en mi nación?

Quietos, sepan.

"Estad quietos, y sabed que yo soy Dios; exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra" (Salmos 46:10).
«Estad quietos, y sabed que yo soy Dios; exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra» (Salmos 46:10).

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Proverbios bíblicos pertinentes.

Pronto se han de efectuar las elecciones presidenciales en nuestro país. He aquí algunos proverbios bíblicos pertinentes para la época, que deben considerar tanto los ciudadanos como los futuros gobernantes:

  • «Se prepara al caballo para el día de la batalla, pero la victoria es del SEÑOR» (21:31).
  • «La justicia engrandece a la nación, pero el pecado es afrenta para los pueblos» (Pro. 14:34).
  • «No convienen al necio las palabras elocuentes; mucho menos al príncipe los labios mentirosos» (17:7).
  • «Es abominación para los reyes cometer iniquidad, porque el trono se afianza en la justicia» (16:12).
  • «El rey sabio avienta a los impíos, y hace pasar la rueda de trillar sobre ellos» (20:26).
  • «Lealtad y verdad guardan al rey, y por la justicia sostiene su trono» (20:28).
  • «Quita al malo de delante del rey, y su trono se afianzará en la justicia» (25:5).
  • «Al príncipe que es gran opresor le falta entendimiento, pero el que odia las ganancias injustas prolongará sus días» (28:16).
  • «El rey con la justicia afianza la tierra, pero el hombre que acepta soborno la destruye» (29:4).
  • «El rey que juzga con verdad a los pobres afianzará su trono para siempre» (29:14).
  • «No es para los reyes, oh Lemuel, no es para los reyes beber vino, ni para los gobernantes desear bebida fuerte» (31:4).
  • «Confía en el SEÑOR con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócele en todos tus caminos, y El enderezará tus sendas. No seas sabio a tus propios ojos, teme al SEÑOR y apártate del mal. Será medicina para tu cuerpo y refrigerio para tus huesos» (3:5-8).