Muchos ven la soltería como un monstruo del cual deben escapar. Por eso entran en relaciones románticas aun cuando no es el tiempo apropiado para ellos. Otros, después de mucho entrar y salir de relaciones románticas han abrazado su soltería como si fuera un mal necesario.
Este artículo no tiene la intención de elevar la soltería por encima del matrimonio como algo más excelente. La intención de este artículo es llamar a todos los cristianos solteros a apreciar y aprovechar su soltería durante todo el tiempo en el cual Dios los tenga en ésta.
El llamamiento de Dios tanto para los casados como para los solteros es que vivan para Él (Ro. 14:8). Sin embargo, la obediencia a este mandamiento luce diferente en la vida del casado y en la vida del soltero. En 1 Corintios 7:32 y 33 vemos como luce la obediencia a este mandamiento en la vida del soltero:
“Mas quiero que estéis libres de preocupación. El soltero se preocupa por las cosas del Señor, cómo puede agradar al Señor; pero el casado se preocupa por las cosas del mundo1, de cómo agradar a su mujer”.
APRECIANDO TU SOLTERÍA
Por “apreciar” significo estimar el valor que tiene algo. La soltería no es monstruo ni un mal necesario. La soltería es valiosa. Como soltero estás libre de muchas preocupaciones [lícitas] que los casados tienen. Ahora mismo tú no tienes un cónyuge a quien debas dedicarle tiempo, para quien trabajar y en quien tengas que invertir tu dinero en vestido o alimento.
APROVECHANDO TU SOLTERÍA
Por “aprovechar” significo utilizar algo de tal forma que se obtenga el mayor provecho de éste. Si la soltería es valiosa –y la es–, ¡aprovéchala! ¿Cómo? Haz que el objetivo de tu soltería sea agradar al Señor –sin división, sin interrupción–. Agrada al Señor con tu tiempo, contempla por tanto tiempo como puedas la revelación de la belleza de Jesucristo en las Escrituras hasta que tú también puedas decir “¡con razón te aman!” (Ca. 1:4). Agrada al Señor con tu trabajo, gasta tus fuerzas en el servicio a Él (por ejemplo, al evangelizar y servir a tu comunidad). Si la respuesta predeterminada del casado, para aquellos que solicitan su ayuda, es «Permíteme pensarlo»; la respuesta predeterminada del soltero debería ser «¡Sí!». Agrada al Señor con tu dinero, dando dinero sacrificialmente (o una cantidad que no podrías dar si estuvieras casado) para la extensión de la obra de Dios y para suplir las necesidades de otros cristianos pobres.
1 La preocupación «por las cosas del mundo», de la cual habla el versículo 33, no son cosas pecaminosas, sino que son preocupaciones lícitas en este mundo.
Amen!