“Estoy bien”: la historia.

Horatio Gates Spafford fue un devoto presbiteriano y exitoso abogado americano que nació el 20 de Octubre de 1828 en Troy, New York. Él es mejor conocido como el escritor del famoso himno cristiano «Estoy bien»; cuyas letras, aun hoy en día, son usadas por el Dios de toda consolación para traer paz a muchos corazones.

Horatio Spafford se mudó a Chicago, donde contrajo matrimonio con la noruega Anna Larssen (el 5 de Septiembre de 1861). Horatio y Anna tuvieron un hijo, pero éste murió a la edad de 4 años; comenzando así la serie de circunstancias aflictivas que atentarían contra la paz espiritual y seguridad terrenal que habían sostenido sus primeros años, su vida familiar y su casa. Después, Horatio y Anna tuvieron cuatro hijas más.

En 1871, el exitoso abogado Horatio Spafford fue afectado económicamente por «El Gran Fuego de Chicago». En 1873, había planeado tomar unas vacaciones con su familia; ellos viajarían a Inglaterra (Europa), ya que allí estaba el evangelista Dwight L. Moody, quien fue amigo cercano de Horatio. Ya que Horatio se había demorado en negocios concernientes a la solución de los problemas ocasionados por «El Gran Fuego de Chicago», decidió enviar primero a su familia en el barco SS Ville du Havre. Mientras el SS Ville du Havre cruzaba el Atlántico, chocó violentamente con el velero The Loch Earn, lo que causó que el SS Ville du Havre se hundiera rápidamente (se dice que se hundió en 12 minutos). Muchos pasajeros y tripulantes del barco murieron ahogados, entre quienes se encontraban las cuatro hijas de Horatio. Un velero de carga, The Trimountain, recogió a los sobrevivientes; entre quienes estaba Anna (esposa de Horatio), quien yacía inconsciente en un mástil flotante. Después de que Anna desembarcó en Wales, ésta le envió un telegrama a su esposo para hacerle saber que sólo ella se había salvado. Horatio Spafford no tardo mucho en viajar para encontrarse con su dolida esposa. Continuar leyendo “Estoy bien”: la historia.

“Estoy bien”: el himno.

De paz inundada mi senda ya esté
O cúbrala un mar de aflicción,
Cualquiera que sea mi suerte, diré:
Estoy bien, tengo paz, ¡Gloria a Dios!.

Coro:
Estoy bien,
¡Gloria a Dios!,
tengo paz en mi ser,
¡Gloria a Dios!.

Ya venga la prueba o me tiente Satán,
No amenguan mi fe ni mi amor;
Pues Cristo comprende mis luchas, mi afán,
Y su sangre obrará en mi favor.

Feliz yo me siento al saber que Jesús
Libróme de yugo opresor;
Quitó mi pecado, clavólo en la cruz:
Gloria demos al buen Salvador.

La fe tornaráse en feliz realidad
Al irse la niebla veloz;
Desciende Jesús con su gran majestad,
¡Aleluya, estoy bien con mi Dios!.

Letra: Horatio G. Spafford, 1873. trad. Pedro Grado Valdés, alt. Música: Philip P. Bliss (nombró su melodía ‘Ville du Havre’), 1876.

1ra parte; 2da parte3ra parte

El amor de Dios que no muere.

Dios no promete prosperidad,
No brinda siempre tranquilidad,
Cielo hermoso sin nubarrón,
Paz y reposo sin aflicción.

Dios no promete siempre salud,
Pan excelente sin inquietud,
Sendas con flores sin aguijón,
Paz sin dolores y aflicción.

Dios promete Su compasión,
Y Su ayuda en tentación,
Gracia en las pruebas, tierno favor,
Y nunca muere Su gran amor.

Este poema fue tomado de: Merle Ruth. Triunfante en el sufrimiento (Estados Unidos de Amércia: Editorial Vara y Cayado, 2000), p. 125.

La solución de Dios.

En Juan 11 se relata la enfermedad, muerte y resurrección de Lázaro; pero también cómo Dios se glorifico en todo esto. En este artículo veremos una de las muchas aplicaciones prácticas que pueden extraerse de este interesante capítulo.

EL PROBLEMA

“Y estaba enfermo cierto hombre llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de su hermana Marta. María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos” (vv. 1, 2).

El problema era que Lázaro estaba enfermo. Una enfermedad que más adelante lo llevaría a la muerte –Lázaro aún no había muerto cuando sus hermanas llamaron a Jesús.

UNA POSIBLE SOLUCIÓN

“Las hermanas entonces mandaron a decir a Jesús: Señor, mira, el que tú amas está enfermo” (v. 3).

Es obvio que Marta y María no habían enviado personas a Jesús solamente para que éste tuviera la información de que Lázaro estaba enfermo. Las hermanas de Lázaro enviaron personas a Jesús para que Él fuera y sanara a Lázaro mientras aún estaba enfermo. Así que, una posible solución al problema o la solución sugerida por Marta y María fue que Jesús sanara a Lázaro mientras éste aún estaba enfermo (véase el versículo 21).

LA SOLUCIÓN TOMADA

“Cuando oyó, pues, que Lázaro estaba enfermo, entonces se quedó dos días más en el lugar donde estaba… Dijo esto, y después de esto añadió: Nuestro amigo Lázaro se ha dormido; pero voy a despertarlo” (vv. 6, 11).

La solución tomada por Jesús no fue ir inmediatamente a sanar a Lázaro mientras éste estaba enfermo, sino esperar a que Lázaro muriera; para, entonces, glorificar a Dios por medio de la resurrección de Lázaro (vv. 43, 44) y la salvación de muchos que creyeron en Él aquel día (v. 45).

APLICACIÓN

Muchas son las veces que vamos delante de Dios, en oración, haciéndole saber nuestras peticiones y problemas, y a la vez le presentamos o sugerimos una posible solución. Ahora, si Dios no actúa según la posible solución que nosotros le sugerimos, esto no significa necesariamente que algo está fallando con la fe, ni mucho menos que Dios falló. La pregunta que debemos hacernos es si estamos queriendo trazar la manera en la que Dios debe trabajar. Ciertamente lo que Dios prometió, Dios lo cumplirá; pero no quieras obligar a Dios a que cumpla Sus promesas según lo que tú crees que es mejor, no quieras obligar a Dios a que la solución a tu problema venga según tus términos y condiciones.

Al hacer saber a Dios tus peticiones y problemas, en vez de querer trazar la manera en la que Dios debe trabajar, di sinceramente que se haga Su voluntad. Recuerda que Dios es soberano (v. 6) y más sabio que tú (v. 4). Confía en Aquel que siempre actuará para Su gloria (v. 4) y tu beneficio (vv. 44, 45).