Un nuevo año empieza y es normal que las personas hagan sus resoluciones. Se planea hacer ciertas cosas, dejar de hacer otras. Algunos determinan iniciar una dieta y hacer más ejercicios, otros determinan hacer ciertas cosas en relación con Dios (p. ej. Leer más la Biblia, orar más, tener una comunión más íntima con Dios). Quiero hablarles principalmente a estos últimos.
No creo que hacer resoluciones sea incorrecto. A los largo de la historia siervos de Dios, como Jonathan Edwards, hicieron resoluciones por la causa de Cristo. También en la Biblia encontramos el ejemplo de David, quien había jurado y confirmado que guardaría las justas ordenanzas de Dios (Sal. 119:106); Daniel propuso en su corazón no contaminarse con los manjares del rey ni con el vino que él bebía (Dn. 1:8); Pablo decidió, en el espíritu, ir a Jerusalén después de recorrer Macedonia y Acaya (Hch. 19:21); Pablo también oró a Dios por los Tesalonisenses, para que Él cumpla todo deseo de bondad y la obra de fe (2 Ts. 1:11). Creo también que las resoluciones pueden cuidarnos de clamar a Dios, pero no marchar; es decir, orar a Dios por ayuda, pero no actuar responsablemente o hacer uso de los medios que Él ha establecido (Ex. 14:13-16; Flp. 2:12,13). Sin embargo, he aquí algunas consideraciones –aunque muchos de los pasajes bíblicos hablan de los votos, el mismo principio puede aplicarse a nuestro tema:
- No hagas resoluciones apresuradas. Proverbios 20:25 dice: “Lazo es al hombre hacer apresuradamente voto de consagración, y después de hacerlo, reflexionar” (RVR1960). No hagas resoluciones apresuradas, sin primero reflexionar; pues estarás atado a tus palabras, deberás hacer conforme a todo lo que salió de tu boca.
- Mejor es no prometer que prometer y no cumplir. Eclesiastés 5:5 dice: “Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas” (RVR1960). Es mejor no prometer, que prometer y no cumplir. También es mejor cumplir sin prometer que prometer y no cumplir.
- Las resoluciones deben ajustarse a la realidad revelada en la Biblia. Como fracasará aquel que determina aprender perfectamente el idioma chino, el ruso y el ingles en un año, así también fracasará aquel que determina nunca pecar y ser perfectamente santo en un año. La Biblia dice que no hay hombre sobre esta tierra que haga siempre el bien y nunca peque (Ec. 7:20); también dice que ciertamente seremos completamente santificados (Ef. 5:27), pero esto no será hasta la glorificación. Así que, en vez de determinar nunca pecar y ser perfectamente santo, determina perseverar en el arrepentimiento y la fe en Jesucristo.
- Si haces resoluciones, cúmplelas. Eclesiastés 5:4 dice: «Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes» (RVR1960). Dios no se complace en los insensatos que le prometen, pero no cumplen; por lo tanto, no abandones tus resoluciones en febrero, cumple lo que prometes.
- Sabe que nada puedes hacer aparte de Dios. El poder para llevar a cabo las resoluciones viene de Jesucristo, de Su Espíritu. Jesucristo dejó claro a Sus discípulos lo siguientes: «Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer» (Jn. 15:5); en Filipenses 2:13 se nos dice que el Espíritu Santo de Dios «es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito». Por lo tanto, a lo largo de todo este año, permanece en Jesucristo, sé guiado por Su Espíritu y ora, como el apóstol, que Dios cumpla todo deseo de bondad y la obra de fe.