Plan de lectura de la Biblia gaD.

Son muchos los cristianos que, para el año nuevo, hacen la resolución de leer la Biblia diariamente. Eso es bueno, porque como alguien dijo: “la Biblia no está supuesta a ser un pastel para ocasiones especiales, sino un pan para consumo diario”. Y como una forma de apoyar a esos muchos cristianos en su resolución, he diseñado el Plan de lectura de la Biblia Gustad a Dios.

Ahora, hay una gran cantidad de planes de lectura de la Biblia –y buenos planes–; ¿qué tiene éste de especial? Respuesta corta: el Plan de lectura de la Biblia Gustad a Dios combina una lectura calmada de toda la Biblia con una lectura cronológica.

Este plan de lectura no es como el tradicional plan de lectura de la Biblia en un año. Este plan de lectura gaD tiene una duración de tres años. Eso lo hace ideal para aquellos que no son lectores rápidos o simplemente que, como yo, deseamos sacar el máximo provecho de lo que leemos a través de la meditación. Parafraseando a Don Whitney, prefiero leer sólo un capítulo y recordar más que leer cuatro capítulos y recordar menos.

El plan de lectura gaD también te permite leer la Biblia en el orden en el que los eventos ocurrieron cronológicamente. Y eso, ver un evento en su contexto, te permite entender mejor lo que lees.

Por ejemplo: en el Salmo 7:1 David dice: “Oh Señor, Dios mío, en ti me refugio; sálvame de todos los que me persiguen, y líbrame”; en el Salmo 27:10 David dice: “Porque aunque mi padre y mi madre me hayan abandonado, el Señor me recogerá”; y en el Salmo 31:11 él dice: “A causa de todos mis adversarios, he llegado a ser objeto de oprobio, especialmente para mis vecinos, y causa de espanto para mis conocidos; los que me ven en la calle huyen de mí”. Ahora, ¿sabías que los Salmos 7, 27 y 31 fueron escritos cuando David huía de Saúl? El rey quería matar a David y ya había matado a un sacerdote que había ayudado a David –¡con razón nadie quería ser visto con David!–; pero David tiene la seguridad de que aunque aquellos que están supuestos a estar más cerca lo abandonen, Dios nunca lo hará.

Puedes descargar el Plan de lectura de la Biblia Gustad a Dios en PDF para tu computadora o para imprimir, aquí. O lo puedes descargar en formato .ics para importarlo a tu calendario iCal o Google Calendar, aquí.

Un importante ejercicio para este año.

Sala de pesas de gimnasio

Ya comenzó el año 2015 y junto con él comienzan nuevas, o no tan nuevas, resoluciones que han de llevarse a cabo a lo largo de este año. La resolución de muchos en este año es ejercitar su cuerpo. Eso está bien, pero hay algo mejor que no debemos descuidar. En 1 Timoteo 4:8 el apóstol Pablo (inspirado por Dios) dice: “el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera” (RVR1960).

En ese versículo el apóstol contrasta el ejercicio corporal con la piedad. Y desde ya es importante aclarar que el contraste que Pablo hace no es entre algo pecaminoso y algo santo. Más bien Pablo contrasta aquello que es poco provechoso (ejercicio corporal) con aquello que para todo aprovecha (piedad). Así que, aquel que ha resuelto ejercitar su cuerpo no está pecando necesariamente. Ahora, mi llamamiento en este artículo es a que todos nos involucremos en ejercitarnos para la piedad, aun con más diligencia que la que tenemos al ejercitar nuestro cuerpo.

Don Whitney, profesor de espiritualidad bíblica, define la piedad «como una cercanía a Cristo y una conformidad a Cristo, una conformidad que es tanto interna como externa, una creciente conformidad tanto al corazón de Cristo como a la vida de Cristo».

¿Por qué la piedad para todo aprovecha a diferencia del ejercicio corporal que para poco aprovecha? Porque mientras el ejercicio corporal tiene promesa solamente de esta vida presente, la piedad «tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera». Como dijeron Jamieson, Faussett y Brown: “una vida en sus goces y usos más verdaderos ahora, y una vida bendecida y eterna en el futuro (Mt. 6:33; Mc. 10:29, 30)”. Todo aquello que nos sirva tanto para el presente como para la eternidad siempre será superior a lo que sólo nos sirve para el presente.

En el versículo anterior, 1 Timoteo 4:7b, se nos manda: “Ejercítate para la piedad” (RVR1960). Ejercitarse para la piedad es esforzarnos por hacer lo que es agradable a Dios, desde un corazón que tiene una relación con Dios por la obra de Jesucristo. Sin olvidar que se nos ha dado todo lo que pertenece a la piedad (2 P. 1:3). Ejercitémonos, pues, en la lectura de Su Palabra y la obediencia a ésta. Ejercitémonos en la oración privada y en la dependencia en el Señor. Ejercitémonos en la comunión con nuestros hermanos en Cristo. Ejercitémonos en la piedad.

La resolución que [más] importa.

Mientras nuestra fuerza es poca y nuestras resoluciones aparte de la gracia de Jesucristo están destinadas al fracaso, las resoluciones del Dios todopoderoso siempre son llevadas a cabo. En Filipenses 1:6 leemos lo siguiente: “estando convencido precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús”. Nótese, en primer lugar, cuán seguro está el apóstol Pablo acerca de la afirmación que hace (inspirado por Dios). El apóstol no dijo: “tal vez”; ni tampoco dijo: “es muy probable”; más bien dijo: “estando convencido” –sin duda alguna–. Quiera Dios convencernos también a nosotros, ya que esa afirmación es cierta no sólo para los cristianos en Filipos, sino también para todo cristiano de todo lugar y de toda época (1 Co. 1:8, 9; 1 Ts. 5:23, 24).

¿Quién comenzó esta buena obra? Dios. ¿Qué es esta buena obra? La salvación. En Romanos 8:29, 30 se dice: “Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que El sea el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos también justificó; y a los que justificó, a ésos también glorificó”. Este pasaje bíblico nos dice que la salvación es obra de Dios, la cual comenzó en “la eternidad pasada” con el conocimiento relacional de parte Dios hacia nosotros y ésta terminará con nuestra conformidad, corporal y moral, a la imagen de Jesucristo (i. e. Glorificación). Este pasaje bíblico también nos dice que a todos los que Dios conoció, a esos Dios glorificará, sin que ninguno falte (“Porque a los que de antemano conoció… a ésos también glorificó”).

Si volvemos a Filipenses 1:6, leeremos que la última parte dice de nuestra salvación que Dios «la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús». Alguien podría preguntar: «¿no es nuestra salvación ya perfecta?». El pasaje que acabamos de considerar (Romanos 8:29, 30) nos ayuda a responder a esta pregunta. Nuestra salvación es perfecta en el sentido de que ya todos nuestros pecados han sido perdonados, ya el pecado no es nuestro amo y ya disfrutamos de una íntima comunión con Dios; todo gracias a la obra de nuestro Salvador Jesucristo. Ahora, nuestra salvación es perfeccionada hasta el día de Cristo Jesús en el sentido de que estamos siendo conformados a la imagen de Jesucristo. Dios está obrando en el cristiano hasta el día cuando la presencia del pecado sea erradicada total y definitivamente del cristiano.

Dios no ha acabado Su buena obra en mí, todavía no soy perfecto. Pero Dios está resuelto a terminar la buena obra que empezó en cada cristiano; y tan cierto como Dios comenzó Su buena obra, así también de cierto la perfeccionará –Él no la dejará a medias o sin concluir–. Paul Tripp dijo: “Dios no va a descansar de Su obra redentora hasta que de una vez y por todas Él haya presidido el funeral del pecado y la muerte”. Esta resolución de Dios de perfeccionar hasta el día de Jesucristo la buena obra que comenzó en todo cristiano, resolución que sin duda Él llevará a cabo, nos da esperanza incluso en las caídas más lamentables. Pero también, nos anima a levantarnos y a luchar contra el pecado, sabiendo que la victoria final sobre el pecado es segura.

Resoluciones destinadas a fracasar.

Resoluciones.Ya llegó el año nuevo –¡felicidades!–, y es común que en el inicio del año las personas hagan resoluciones1 que pretenden llevar a cabo. Sin embargo, es también común y lamentable, que tales resoluciones sean abandonadas más o menos a mitad de año. ¿Por qué? Porque nuestra fuerza es poca y nuestras resoluciones aparte de la gracia [que perdona y que capacita] en Jesucristo están destinadas al fracaso. Eso no es pesimismo, es una realidad. Charles Spurgeon acertadamente dijo: “¿Qué es la palabra del hombre? Una vasija de barro que se rompe con un pequeño golpe. ¿Qué es tu resolución? Un capullo que, con el cuidado de Dios, puede convertirse en fruto, pero que, dejada a sí misma, caerá en el suelo con el primer viento que mueva la rama”.

Consideremos a Pedro como ejemplo. Horas antes a la crucifixión de Jesucristo, Éste le dijo a Sus discípulos: “Esta noche todos vosotros os apartaréis [o, escandalizaréis, o, caeréis] por causa de mí, pues escrito está: “HERIRE AL PASTOR, Y LAS OVEJAS DEL REBAÑO SE DISPERSARAN”” (Mt. 26:31). A lo que Pedro respondió con la siguiente resolución: “Aunque todos se aparten por causa de ti, yo nunca me apartaré” (v. 33). Desde ya podemos notar cierto aire de superioridad en las palabras de Pedro. Más adelante leemos que a pesar de que el mismo Jesús le dijo: “En verdad te digo que… me negarás” (v. 34); Pedro insiste: “jamás te negaré” (v. 35). En esas palabras de Pedro no encontramos un: “Señor, que tal cosa no me acontezca”; ni ningún acogerse a la gracia de Dios.

Eso es una resolución aparte de la gracia Jesucristo; una resolución en la que no se reconoce la dependencia a la gracia divina, más bien se confía en la fuerza propia. El resultado ineludible de tales resoluciones es el fracaso. Y Pedro aprendió eso por experiencia: “todos los discípulos le abandonaron y huyeron… Pero él [Pedro] lo [a Jesús] negó delante de todos ellos, diciendo: No sé de qué hablas… Y otra vez él lo negó con juramento: ¡Yo no conozco a ese hombre!… Entonces él comenzó a maldecir y a jurar: ¡Yo no conozco a ese hombre! Y al instante un gallo cantó” (Mt. 26:56, 70, 72, 74).

Mi propósito con este artículo no es que se dejen de hacer todo tipo de resoluciones; sino que cuando se hagan, sean hechas en dependencia de la gracia de Jesucristo. ¿Qué si no has cumplido tus pasadas resoluciones? Confiesa tu pecado, dale la espalda y ve al Señor, pidiéndole confiadamente que perdone tu pecado y serás perdonado tal como Pedro lo fue (Mr. 16:7).


1 En este artículo hablo de las resoluciones dentro de nuestra relación con Dios; resoluciones de comenzar a hacer cosas que a Dios le agradan y resoluciones de dejar de hacer cosas que a Dios le desagradan.