Cuando hablamos de «iglesia local» nos referimos a un grupo específico de creyentes en Jesucristo que se reúnen en un lugar específico para adorar a Dios. No está mal que en ocasiones un cristiano visite diferentes iglesias locales, pero ¿qué de aquel cristiano que vive yendo de iglesia en iglesia cada domingo o cada mes sin pertenecer a una iglesia local? ¿Espera Dios del cristiano que sea miembro de una iglesia local?
En Hechos 2:41 y 42 vemos que desde el principio de la iglesia, los convertidos no se comprometieron con Jesucristo en privado, sino que se unieron como una iglesia y adoraron a Dios juntos: “Entonces los que habían recibido su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil almas. Y se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración”. ¿A dónde se añadieron? A la iglesia de Dios en Jerusalén.
Otro hecho que no debemos pasar por alto es que la mayoría de las cartas que componen el Nuevo Testamento fueron escritas a iglesias particulares. Leemos, por ejemplo, en 1 Corintios 1:2 lo siguiente: “a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los que han sido santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con todos los que en cualquier parte invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro”.
En Hebreos 13:17 encontramos la siguiente exhortación: “Obedeced a vuestros pastores y sujetaos a ellos, porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta. Permitidles que lo hagan con alegría y no quejándose, porque eso no sería provechoso para vosotros”. ¿De qué pastores se habla aquí? ¿A qué pastores tú debes obedecer y estar sujeto? Obviamente a aquellos que pastorean la iglesia local a la cual tú perteneces. John MacArthur es pastor, pero, en cierto sentido, él no es tú pastor a menos que tú seas miembro de Grace Community Church. Miguel Núñez es pastor, pero, en cierto sentido, él no es tú pastor a menos que tú seas miembro de Iglesia Bautista Internacional. Ellos no darán cuenta de ti; tú pastor, que te conoce, sí lo hará.
El ejercicio de la disciplina eclesiástica presupone que el cristiano sea miembro de una iglesia local. Mateo 18:15-17 dice: “Y si tu hermano peca, ve y repréndelo a solas; si te escucha, has ganado a tu hermano. Pero si no te escucha, lleva contigo a uno o a dos más, para que TODA PALABRA SEA CONFIRMADA POR BOCA DE DOS O TRES TESTIGOS. Y si rehúsa escucharlos, dilo a la iglesia; y si también rehúsa escuchar a la iglesia, sea para ti como el gentil y el recaudador de impuestos”. El hermano que peca y que debe ser restaurado aquí es alguien que asiste regularmente a una iglesia local y que es conocido en ésta. Si este hermano que peca se rehúsa escuchar (después de haber sido reprendido por uno y después por dos o más), entonces esto debe ser dicho a la iglesia. ¿A cuál iglesia? A la iglesia local a la cual él pertenece. Si aun así rehúsa escuchar a la iglesia, debe ser expulsado de ésta (1 Co. 5:1-13). Ahora, como alguien preguntó acertadamente, ¿cómo puedes “sacar” a alguien que no está “dentro”?
Todo esto supone que Dios espera que todo cristiano sea miembro de una iglesia local.
Tiene mucho sazón 😉