“¿Quién eres tú?” Esa fue la pregunta que un hombre hizo a mí y a mis compañeros de clase cuando yo estudiaba en la escuela. Todos estábamos listos para responder diciéndole nuestros nombres, pero aquel hombre se adelantó y dijo: “… y no me refiero a sus nombres. ¿Quién eres tú?”. Entonces, aunque no tenía idea alguna del significado de esa pregunta, dije dentro de mí: “¡Qué profunda es esa pregunta!”. Con el pasar del tiempo pensé que eso no era más que una pregunta creada por los psicólogos seculares y, por lo tanto, no era tan importante. Pero no es así. Aunque no de la misma manera en la que lo hacen muchos psicólogos, la Palabra de Dios sí habla de quiénes somos nosotros (i.e. Nuestra identidad) como cristianos y nos enseña cuán importante es esto: lo que yo creo de mí mismo va a determinar la manera en la cual yo respondo tanto a las circunstancias como a aquellos que están a mi alrededor (Romanos 6:1-14; véase también 1 Corintios 5:7, 8).
Cuando preguntamos “¿quién eres tú?” nos estamos refiriendo a tu identidad y cuando nos referimos a tu identidad «no nos referimos a tu nombre, fecha de nacimiento y Número de Seguridad Social. Estamos hablando de cómo te defines a ti mismo –que talentos, cualidades, experiencias, logros, metas, creencias, relaciones y sueños tu sueles decir: “esto es quien yo soy”… La identidad que yo me asigne a mí mismo siempre afectará la manera en la cual te respondo. Por ejemplo, si me digo a mí mismo que soy más inteligente que tú, será difícil para mí escucharte cuando tu me das un consejo. Si me digo a mí mismo que yo merezco tu respeto, velaré parar ver si me estás dando lo que pienso que merezco» (Timothy Lane & Paul D. Tripp. Relationships [Relaciones], pp. 56, 57).
Es necesario aclarar que esta serie de artículos que estaré publicando no se trata en lo absoluto de “¡el poder está en ti!” –como si pudiéramos hacer algo aparte de Dios–. Todo lo que somos y hacemos es por la gracia de Dios en Jesucristo. Esta serie tampoco se trata de tener una mente positiva desconectada de la realidad. Más bien, esta serie se trata de alinear nuestra mente a lo que dice Dios de nosotros y, entonces, vivir de acuerdo a esa verdad.
En Efesios 1:3-14 encontramos a la tres personas de la trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) obrando salvación en un sentido pasado, presente y futuro. Hay una frase que se repite a lo largo de estos versículos: en Cristo. Esa frase hace referencia a la doctrina de la unión con Cristo, en la cual se enseña que todo cristiano verdadero ha sido unido espiritualmente con Jesucristo por toda la eternidad. Jesucristo es nuestro representante y es gracias a Él que nosotros somos todo lo que vamos a considerar en esta serie. Un cantante cristiano lo expresó de la siguiente manera:
“No soy los zapatos que uso,
No soy la ropa que compro
No soy la casa en donde vivo;
No soy el carro que conduzco
No soy el empleo en el que trabajo…
Mi identidad está en Cristo”.
1ra parte; 2da parte