El evangelismo no es un trabajo de una o dos veces al año, sino que debe ser una realidad cada día de nuestras vidas y en cada contexto en el cual nos movemos (con nuestros amigos y familiares, en el trabajo o el centro de estudios). Y eso será una realidad cuando proclamemos el evangelio de Jesucristo a partir de la situación en la cual nuestros oyentes se encuentran.
En Lucas 5 se cuenta como después de que Mateo dejó todo y siguió a Jesús, él (Mateo) organizó un gran banquete en su casa e invitó a sus amigos y compañeros de trabajo, los cuales escucharon a Jesús llamarlos al arrepentimiento. Invita a tus amigos y compañeros a comer, sea en un restaurante o en tu casa, y predícales el evangelio.
En Juan 4, después de que Jesús le ofreció el agua viva a la mujer samaritana que fue a sacar agua del pozo, esta mujer fue e invitó a las personas de su ciudad a que escucharan las palabras de Jesús. Lo mismo podemos hacer nosotros: podemos invitar a las personas que nos rodean a que escuchen el evangelio en un grupo pequeño, en el templo o en alguna conferencia.
En Hechos 2 se relata que el Espíritu Santo había venido sobre los creyentes judíos y había hecho que ellos hablaran en distintas lenguas las maravillas de Dios. Pedro les dice a sus oyentes que ellos no estaban ebrios –como algunos pensaban– y pasa a explicar lo que sucedía citando las Escrituras. Pedro habla acerca de la obra de Jesús y termina llamando a sus oyentes al arrepentimiento.
En Hechos 17 se relata como Pablo estaba en Atenas, una ciudad llena de ídolos. Allí Pablo fue invitado a explicar qué era lo que significaba su predicación de Jesús y la resurrección. Pablo ve un altar “AL DIOS DESCONOCIDO” y aprovecha esto como una oportunidad para anunciarles al único Dios verdadero y a Jesucristo, y llamarlos al arrepentimiento.
Tanto la evangelización de Pedro (Hechos 2) como la de Pablo (Hechos 17) partieron de la situación en la cual se encontraban sus oyentes. La evangelización de Hechos 2 estaba saturada de citas bíblicas debido a que los oyentes eran judíos (conocedores de las Escrituras). Pero la evangelización de Hechos 17 no incluyó ninguna cita bíblica –aunque sí estuvo «perfumada» por la verdad bíblica– debido a que los oyentes eran griegos (buscadores de sabiduría).
En Hechos 8 Felipe se encontró con un etíope desconocido e inició una charla con él acerca de lo que éste último leía. El eunuco estaba leyendo al profeta Isaías. Felipe le preguntó si entendía lo que leía y le anunció el evangelio de Jesús. Nuestras charlas cotidianas pueden y deben ser usadas para anunciar el evangelio de Jesús. También puedes iniciar conversaciones regalando tratados o haciendo preguntas de la Biblia.