2 Timoteo, como su nombre lo dice, fue la segunda carta que el apóstol Pablo envió a su hijo en la fe Timoteo. Timoteo era un joven cuya abuela (Loida) y madre (Eunice), creyentes sinceras de Jesucristo, se encargaron de enseñarle desde la niñez las Escrituras. Después, el apóstol Pablo le predicó las mismas Escrituras. Timoteo se convirtió al Señor Jesucristo. Él se volvió un discípulo, colaborador de Pablo y pastor de la iglesia en Éfeso.
En el capítulo 1, Pablo exhorta a Timoteo a avivar el fuego del don de Dios que había en él (v. 6). Y esa exhortación estaba basada en el siguiente hecho: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (v. 7). Y es debido a esa realidad que Timoteo podía no avergonzarse de testificar del Señor Jesucristo a pesar de las aflicciones.
Por causa de Jesucristo y Su evangelio los cristianos estaban siendo afligidos. Y eso era tan claro como el agua, Pablo estaba escribiendo desde una prisión en Roma. Por la clase de exhortación que Pablo le da a Timoteo sabemos que éste último era una persona tímida, y una de sus tentaciones era el avergonzarse del evangelio (y no predicarlo) y de otros cristianos (y no identificarse como uno de ellos).
La palabra “cobardía” (v. 7), que también podría traducirse como “timidez”, hace referencia a un temor que viene de un carácter débil o que le falta fuerza moral. Y Pablo dice que esa no es la clase de espíritu que Dios nos ha dado –ni a Timoteo ni a ningún otro cristiano–. Dios nos ha dado un espíritu de poder, que es la habilidad de hacer todo lo que Dios nos ha llamado a hacer aun en medio de la persecución y la oposición. Y ese poder está perfumado por el amor y manifestado con dominio propio.
Cuando seas tentado a no predicar el evangelio o a no identificarte con los cristianos por temor al qué dirán o pensarán, o por temor a que te hagan lo que les han hecho a otros cristianos; recuerda la clase de espíritu que Dios te ha dado y sé valiente. Puedes ser valiente en testificar de Jesucristo e identificarte con los demás cristianos porque Dios te ha capacitado para eso.