En Isaías 43, Dios se describe a sí mismo como el Creador de Israel. Pero Él también se describe como el Redentor de Israel. Y como Redentor de Israel, éste último había pasado a ser pertenencia de Dios (v. 1). Como Redentor de Israel, Dios también estaría con Su pueblo y a favor de éste (v. 2).
Pero la gran bondad de Dios por Su pueblo se contrasta con el gran pecado del pueblo contra Dios: “Pero no me has invocado, Jacob, sino que te has cansado de mí, Israel” (v. 22). El pueblo no había invocado a Dios a pesar de ser posesión y dependiente de Dios. El pueblo se había cansado de Dios a pesar de que Él es el ser más maravilloso que existe. El pecado de Israel era serio.
Ahora, no nos apresuremos a apuntar nuestro dedo acusador contra Israel. ¿No pecamos nosotros hoy de formas similares? ¿No podría catalogarse la falta de oración como pecado de no invocar a Dios? ¿No podría catalogarse el descuido de los medios de gracia (Biblia, oración, adoración) como pecado de cansarse de Dios?
Unas líneas más abajo Dios expresa que los pecados de Su pueblo son muchos con las siguientes palabras: “me has abrumado con tus pecados, y me has cansado con tus iniquidades” (v. 24). Ahora, las siguientes palabras que Dios dice no son las palabras que esperaríamos –¡y que bueno que es así!–: “Yo, yo soy el que borro tus transgresiones por amor a mí mismo, y no recordaré tus pecados.” (v. 25). Después de describir el pecado de Su pueblo como muy grave, Dios se describe como perdonador. Y ese perdón para pecadores fue comprado, años después, a precio de sangre en la cruz de Jesucristo.
Dios comienza haciendo un énfasis en Su persona. Él quiere dejar claro que sólo Él perdona los pecados. Después Dios dice que Él borra las transgresiones: es como si los pecados estuvieran escritos en un libro y Dios los borrara todos. Lo último que dice es: “no recordaré tus pecados”. ¿Cómo puede un Dios omnisciente decir tal cosa? Jay Adams dice que hay una diferencia entre “no recordar” y “olvidar”:
“Olvidar es pasivo y algo que nosotros, como seres humanos, no omniscientes, hacemos. ‘No recordar’ es activo; es la promesa mediante la cual una persona (en este caso, Dios) decide no recordar las faltas de alguien cometidas contra ella” (From Forgiven to Forgiving, p. 18).
Así que, “no recordaré tus pecados” no significa que Dios olvidará accidentalmente nuestros pecados –es algo mucho mejor–; significa que Dios no se recordará a sí mismo ni a otro nuestros pecados para condenarnos, sino que nos tratará como si nunca hubiéramos pecado. Otra vez, en palabras de Jay Adams: “‘No recordar’ es simplemente la manera gráfica de decir: ‘No volveré a mencionar este asunto ni a ti ni a nadie más en el futuro’” (ibíd.).
Eso es una buena noticia para todo el pueblo de Dios. Si te has arrepentido sinceramente de tus pecados, puedes saber con toda seguridad que eres perdonado. Tú perdón no está basado en tus sentimientos, sino en que Jesucristo murió en la cruz para perdonarte y la Biblia te dice que eres perdonado. Como alguien dijo, el pecado que tú no puedes olvidar es el pecado que Dios no quiere recordar.
Pero si tú eres de aquellos que quieren justificarse a sí mismos delante de Dios, estás en problemas. Estás en problemas porque no podrás justificarte delante de Dios. Dios dice en los últimos versículos del capítulo: “Hazme recordar, discutamos juntos nuestro caso; habla tú para justificarte. Tu primer padre pecó, y tus voceros prevaricaron contra mí. Por tanto, profanaré a los príncipes del santuario, y entregaré a Jacob al anatema y a Israel al oprobio” (vv. 26-28). Dios recordará cada uno de tus pecados pasados y los castigará. En vez de tratar de justificarte a ti mismo, confiesa tus pecados delante de Dios e implora Su perdón, y serás perdonado.