En los primeros versículos de Mateo 6 Jesús nos enseña qué no hacer y qué sí hacer cuando se da limosna, cuando se ora y cuando se ayuna. Y en los versículos 5-9 de este capítulo podemos encontrar cinco verdades sobre la oración que nos motivan a orar y a orar mejor.
1. SI ERES UN CRISTIANO VERDADERO, VAS A ORAR
“Y cuando oréis…” (v. 5).
Nótese que Jesús no dijo “si oran” o “si [por causalidad] oran”, como si El creyera que la oración es algo extraño al cristiano o algo que éste hará rara vez. Y aunque ciertamente hay muchos pasajes bíblicos en los cuales se nos manda a orar, en este versículo Jesús no dijo “oren”, como si estuviera mandándonos a orar.
Más bien Sus palabras fueron “cuando ores”. Porque Jesús sabe que si tú eres un cristiano verdadero, tú vas a orar. Si Jesucristo es tu Salvador, Él no solamente tomó tu maldición en la cruz, sino que también te dio Su Santo Espíritu por el cual ahora clamas “¡Abba, Padre!” (Gál. 4:6). Como se espera que los bebés que acaban de nacer respiren, así se espera que a quien se le ha dado vida espiritual ore.
2. ES A TU PADRE CELESTIAL A QUIEN LE ORAS
“Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre” (v. 6).
Cuando oras, no es a ti mismo a quien oras; no es a los otros hombres a quien le oras; no es a los “santos” a quienes le oras; no es a los ángeles a quienes le oras; es a Dios a quien le oras.
Y ese Dios es tu Padre. Y no sé si tu padre terrenal siempre está –o estaba– muy ocupado para prestarte atención, pero déjame decirte que tu Padre celestial siempre te presta atención. Jesús dijo que ese Padre te ve allí en lo secreto –aunque nadie te vea–. Es decir que tú no estás lanzando tu oración a quien pueda interesar. Ni el techo, ni las cuatro paredes, ni la puerta cerrada son impedimentos para que Dios note que le estás orando. Él te ve. Él lo sabe. Él te escucha.
J. C. Ryle dijo: “Un hombre puede predicar por motivos erróneos. Un hombre puede escribir libros, y dar elocuentes discursos y parecer diligente en buenas obras, y aun así ser un Judas Iscariote. [Y puede orar en público] Pero un hombre rara vez va a su habitación y derrama su alma delante de Dios en lo secreto, a menos que lo haga en serio”.
3. LA ORACIÓN A DIOS ES RECOMPENSADA
“… y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (v. 6).
Nótese que Jesús no dijo: “los hipócritas buscan recompensa, pero no hagan eso ustedes”. Jesús, más bien, nos dijo de quién debemos esperar la recompensa. Es como si Él hubiera dicho: “no busquen ser recompensados por los hombres con una ronda de aplausos, busquen ser recompensados por Dios”. Y la recompensa de Dios, por el solo hecho de El ser Dios, es mucho mejor que la recompensa de los hombres.
Esa recompensa no es el pago que un empleador le debe a su empleado. Más bien, esa recompensa es el regalo de un buen padre para su hijo. ¿Crees que un padre debe darle un premio a su hijo porque éste saca la basura todos los días? ¡Claro que no! El Padre no le debe al hijo, el hijo le debe todo al padre. Si el padre promete premiar a su hijo es de la buena voluntad del padre y lo hará para cumplir su palabra. Así pasa con nosotros y Dios.
¿Cuál es la recompensa de la oración? El que ésta sea respondida favorablemente siempre y cuando sea de acuerdo a Su voluntad (Mt. 7:7-11)
4. LA ORACIÓN ES EL MEDIO POR EL CUAL DIOS PROVEE NUESTRAS NECESIDADES
“… vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes que vosotros le pidáis” (v. 8).
Me sorprende la conclusión de Jesús en el versículo 9, porque no es la conclusión a la que nosotros llegaríamos. Nuestra conclusión sería: “si nuestro Padre celestial sabe lo que necesitamos, entonces no tenemos que orar”; o: “como nuestro Padre celestial no sabe lo que necesitamos, tenemos que orar”. La conclusión de Jesús fue: “Su Padre celestial sabe lo que necesitan, oren”. ¿Por qué? Porque la oración es el medio ordenado por Dios por el cual El proveerá nuestras necesidades físicas y espirituales.
A eso le agregamos las palabras de Juan Calvino: “Los creyentes no oran para informar a Dios de cosas desconocidas para Él, ni para estimularlo a hacer Su trabajo, ni rogándole como si Él no quisiera hacerlo. Por el contrario, ellos oran para buscarlo, para ejercitar fe al meditar en Su promesas, para aliviar sus ansiedades al ponerlas en Su mano. Oran para declarar que de sólo de Él esperan, tanto para ellos mismos como para otros, toda cosa buena”.
5. A ORAR SE APRENDE
“Vosotros, pues, orad de esta manera” (v. 9).
En los versículos 7 y 8, Jesús nos dice cómo no debemos orar, no usando vanas repeticiones o palabrería. A partir del versículo 9 Él enseña las palabras o, más bien, las ideas que deben tener nuestras oraciones. Aunque es cierto que todo cristiano verdadero va a orar, no es menos cierto que a orar se aprende. Y la Biblia es excelente para enseñarnos a orar.
A partir de la oración modelo del Padrenuestro, he aquí algunas ideas que deben estar presentes en nuestras oraciones:
- acerquémonos a Dios con confianza y con reverencia;
- pidiendo y deseando que Dios sea visto y tratado de acuerdo a Su grandeza;
- que Dios reine en los corazones y que ese reino que ya ha sido inaugurado sea completado;
- que la voluntad de Dios sea hecha en y a través de nosotros;
- reconociendo nuestra dependencia de Dios y pidiéndole que provea nuestras necesidades;
- que perdone nuestros pecados;
- y que nos libre de pecar contra Él.
Este artículo es un resumen del sermón titulado “5 verdades sobre la oración”, predicado por Misael Susaña.
Dios nos ayude a cumplir con éste mandato.