Personas a orillas de la playa

Perdí a mi familia, recibí una mejor.

El 20 de mayo del presente año, el ministerio Voz de los Mártires compartió la historia de Divine: una joven de Benín (país de África) que aceptó a Cristo después de que un misionero compartiera el evangelio en su comunidad. Después de convertirse en cristiana, su familia comenzó a golpearla y dejó de darle comida, tratando así de forzarla a volver a adorar a sus dioses tradicionales. Pero ella respondió: “no puedo dejar a Jesús porque Él es mi Señor y me dio una nueva vida”. Debido a eso sus familiares le dijeron que ella ya no era parte de la familia y la sacaron de su casa.

Un mes después, el mismo ministerio compartió la historia de Hanifah, una mujer de Uganda nacida en una familia musulmán y casada con un hombre musulmán. Sus hijos se enfermaron gravemente y aunque miembros de la comunidad musulmana oraron por ellos, no sanaron. Pero Hanifah llevó a sus hijos a una iglesia cristiana donde oraron y ayudaron por ellos y después de un tiempo fueron sanados. Al saber que Hanifah estaba asistiendo secretamente a la iglesia, su esposo la sacó de su casa y cortó todo apoyo financiero. Estas son las palabras de Hanifah: “he visto el poder de Dios y el gozo que recibimos en Cristo, no puedo volver al Islam. He encontrado al Dios que sana. Si Él sanó a mis hijos, entonces Él podrá alimentarnos y vestirnos”.

TENSIÓN EN LA FAMILIA

Esos son sólo dos ejemplos de lo que Jesús dijo que pasaría según Mateo 10:34-37, que dice: “No piensen que vine a traer paz a la tierra; no vine a traer paz, sino espada. Porque vine a PONER AL HOMBRE CONTRA SU PADRE, A LA HIJA CONTRA SU MADRE, Y A LA NUERA CONTRA SU SUEGRA; y LOS ENEMIGOS DEL HOMBRE serán LOS DE SU MISMA CASA. El que ama al padre o a la madre más que a Mí, no es digno de Mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a Mí, no es digno de Mí”.

Es cierto que Jesús vino a traer paz entre Dios y los hombres que se arrepienten; Él vino a traer paz entre los creyentes independientemente de su nacionalidad. Pero lo que Jesús está diciendo aquí es que convertirse en cristiano (en un seguidor de Jesucristo) va a crear tensión entre el cristiano y los miembros de su familia que no son cristianos.

Esa tensión puede verse en los familiares de Divine que le dijeron que ella ya no era parte de la familia o puede verse en el esposo de Hanifah que cortó todo apoyo financiero para su esposa e hijos. Esa tención también puede verse en el esposo que insulta a su esposa porque ésta última procura vivir en obediencia al Señor o también puede verse en los padres que castigan a su hija por asistir a la iglesia.

Pero cuando preferimos agradar al Señor antes que a nuestros familiares, evidenciamos que amamos a Jesús más que a los miembros de nuestra familia. Y ciertamente Jesús es digno de nuestro mayor afecto y lealtad.

LA FAMILIA DE DIOS

Aquellos cristianos que pierden su familia por causa del evangelio de Jesucristo deben recordar que, por causa del mismo evangelio, ellos reciben una mejor familia:

Dios como Padre: “Miren cuán gran amor nos ha otorgado el Padre: que seamos llamados hijos de Dios. Y eso somos. Por esto el mundo no nos conoce, porque no lo conoció a Él” (1 Jn. 3:1). Dios se ha convertido en nuestro Padre celestial. Pero no sólo es nuestro Padre, Él nos ama. Y ese amor que Él tiene por nosotros es grande, más grande que el amor que tiene el mejor de los padres de esta tierra por sus hijos.

Jesús como hermano: “Porque tanto el que santifica como los que son santificados, son todos de un Padre; por lo cual Él no se avergüenza de llamarlos hermanos” (Hebreos 2:11). Según este versículo, Jesús no sólo es nuestro Salvador y nuestro Señor; Jesús también es nuestro hermano. Y aunque tener a Jesucristo como nuestro hermano es nuestro privilegio, Él no se avergüenza de llamarnos Sus hermanos. Y como nuestro hermano Jesús es capaz de compadecerse de nosotros y socorrernos como alguien que experimentó en carne propia nuestros sufrimientos y nuestras tentaciones.

Cristianos como hermanos y hermanas: “En verdad les digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos o tierras por causa de Mí y por causa del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo: casas, y hermanos, y hermanas, y madres, e hijos, y tierras junto con persecuciones; y en el siglo venidero, la vida eterna” (Marcos 10:29, 30). Nótese que lo que se deja por causa de Cristo es pequeño o poco en comparación con lo que se recibe: cien veces más ahora en este tiempo y en el siglo venidero la vida eterna. ¿Quiénes son estos hermanos, hermanas, madres e hijos que se reciben? Son los otros cristianos, que al igual que tú y yo, han sido adoptados en la familia de Dios.

Divine y Hanifah también son un ejemplo de esto: aunque han sido sacadas de sus casas, la iglesia les ha abierto sus puertas. Y cuentan con cientos de hermanos alrededor del mundo que están orando por ellas.

Medita en estas verdades, deja que tu corazón se llene de emoción al pensar en ellas y sigue siendo fiel a Jesucristo.

Publicado por

Misael Susaña

Misael Susaña nació en República Dominicana, fue salvado a la edad de trece años y actualmente es uno de los pastores de Iglesia Fundamento Bíblico. Es también maestro de Inglés. Estudió Teología Sistemática en la Academia de la Gracia (Reformed Baptist Seminary) y ha participado en varios diplomados. Desde el 2008, ha publicado regularmente artículos bíblicos en su blog (gustadaDios.com). Misael, teniendo en mente Salmos 34:8, prefiere describirse a sí mismo como un «Catador de la bondad de Dios y feliz promotor de ésta; para Su gloria y el beneficio [en Él] del creyente».

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