Daniel, descendiente de la familia real de David, fue uno de los jóvenes que el rey Nabucodonosor llevó cautivo a Babilonia en el tercer año del reinado del rey de Judá, Joacim. Una vez en Babilonia, Dios le dio gracia a Daniel y éste tuvo entendimiento en toda clase de visiones y sueños. Daniel es uno de los que conocemos como “profetas mayores” y fue amado entre los judíos de todos los tiempos. Y no sólo por los judíos, Daniel también fue amado por Dios.
DANIEL, MUY AMADO
Este profeta recibió la visita del ángel Gabriel, quien se dirigió a Daniel como “muy estimado” en no menos de tres ocasiones (Dan. 9:23; 10:11, 19). Leamos una de las ocasiones:
“y me dijo: «No temas, hombre muy estimado. La paz sea contigo. Sé fuerte y aliéntate». Cuando habló conmigo, recobré las fuerzas, y dije: «Hable mi señor, porque me has fortalecido»” (Dan. 10:19).
Recuerdo que mi padre, quien es cristiano, dijo en una ocasión que esa era una descripción maravillosa que a él le gustaría tener. Y sí, es cierto que la descripción que el ángel Gabriel dio de Daniel es maravillosa. Según el ángel, Daniel no era meramente tolerado; como si Dios no lo quisiera y estuviera obligado a quererlo. Daniel era más que eso, él era amado. La traducción literal de esta palabra es “deseado”. Y esa misma palabra se usa, en el mismo libro, para describir cosas de gran precio (11:38) y preciosas (11:43).
Y como si todo eso fuera poco, Daniel era muy amado. Y ya que los ángeles son mensajeros de Dios, podemos decir sin temor a equivocarnos que fue Dios quien le hizo saber a Daniel acerca de cuán amado este profeta era por Dios. ¿A quién no le gustaría ser amado así de mucho por Dios? La buena noticia tanto para mi padre como para todos los demás cristianos es que al igual que Daniel nosotros ya somos muy amados por Dios.
UN DIOS MISERICORDIOSO
Es cierto que Daniel fue fiel a Dios a pesar de la presión. Es cierto que Daniel fue un creyente irreprochable en el sentido de que sus enemigos no pudieron acusarle justamente de algún delito. Y sí es cierto que eso le hizo experimentar la manifestación del amor de Dios en un sentido diferente que lo experimenta un cristiano que desobedece (quien experimentará el amor de Dios en Su disciplina)1.
Una vez dicho todo eso, no debemos pensar que Daniel era muy amado por Dios porque él era un creyente excepcional en el sentido de que no pecaba al igual que tú y yo. Dos versículos antes de encontrarnos por primera vez con que Daniel era muy amado por Dios, este profeta dijo: “Aún estaba yo hablando, orando y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y presentando mi súplica delante del SEÑOR mi Dios por el santo monte de mi Dios” (9:20). Al igual que tú y yo, Daniel era un pecador cuya única esperanza era la misericordia de Dios que no nos trata conforme a lo que merecemos.
TAN AMADOS COMO DANIEL
¿Cómo sé que todo cristiano verdadero es tan amado como Daniel lo fue? Porque la Biblia lo dice explícitamente. Y uno de los muchos versículos que lo dice es Efesios 2:4, leamos: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó”. ¿Lo ves? Dios nos amó con un gran amor.
Hay otra razón por la cual estoy seguro que todo cristiano verdadero es tan amado como Daniel lo fue. Esa razón es la muerte de Jesús en la cruz. Cuando la Biblia habla de la muerte de Jesús en la cruz por nosotros no habla de ésta como una demostración del amor de Dios por nosotros; sino que la Biblia habla de ésta como la demostración más grande del amor de Dios por nosotros. Para dar sólo dos ejemplos:
- “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16);
- “Porque difícilmente habrá alguien que muera por un justo, aunque tal vez alguno se atreva a morir por el bueno. Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:7, 8).
Cuando miramos a la cruz de Cristo no debería quedarnos duda alguna de que Dios nos ama y que nos ama muchísimo. Dios el Padre entrego a Su único Hijo amado a morir en tu lugar, ¿qué otra demostración El podría darte para que te convenzas de que eres muy amado?
El saber que somos muy amados por Dios debe animarnos a orarle y descansar en que si lo que pedimos es bueno para nosotros, entonces Dios nos lo dará. Este conocimiento (que domos muy amados por Dios) también debe acabar con nuestro temor al futuro, porque tanto nosotros como todo lo que pueda venir a nuestra vida está controlado por el Dios que nos ama.
“Señor, nosotros también te amamos”.
1 D. A. Carson, en su libro La difícil doctrina del amor de Dios, hace la siguiente analogía: “la manifestación de mi amor a [a mis hijos] cuando los dejo salir es muy diferente de cuando no los dejo salir es muy diferente de cuando los saco a comer fuera o asisto a uno de sus conciertos, o cuando llevo a mi hijo a pescar o a mi hija de excursión. En el segundo caso sentirán mucho más que permanecer en mi amor que cuando me enojan” (p. 21).