“¿Qué niño es éste que al dormir / En brazos de María / Pastores velan, ángeles / Le cantan melodías?”. Esa es la importante pregunta que se plantea en uno de los himnos navideños más populares (William C. Dix. ¿Qué niño es este?). Más adelante se agrega en el mismo himno: “¿Por qué en humilde establo así / El niño es hoy nacido?”.
CONTEXTO
En Mateo 1:18, el autor de este evangelio nos expresa su intención de dar relatar un acontecimiento histórico que tuvo lugar en palestina hace alrededor de 2,000 años: el nacimiento de Jesucristo.
María, quien estaba comprometida para casarse con José, había quedado embarazada debido a que el Espíritu Santo había venido sobre ella y el poder del Altísimo la había cubierto con Su sombra. José se dio cuenta de que ella estaba embarazada, pero no sabía que esto era una obra milagrosa del Espíritu Santo; por lo tanto, decidió abandonarla en secreto. Pero un ángel de Dios se le apareció en sueños a José y le habló acerca del niño que nacería.
José despertó, recibió a María como su mujer, aunque no tuvo relaciones con ella hasta que Jesús nació. Y es dentro de este contexto que se encuentra Mateo 1:21-23, que dice:
“Y dará a luz un Hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había hablado por medio del profeta, diciendo: «He aquí, la virgen concebirá y dará a luz un Hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel», que traducido significa: «Dios con nosotros»”.
EMANUEL
“Emanuel” significa Dios con nosotros. Este nombre nos habla de la naturaleza de este niño que nacería. Jesús es el Creador y Sustentador de toda la creación; Aquel que es eterno y auto-suficiente; Aquel que fue adorado por ángeles y por hombres. Jesús es completamente Dios.
El mensaje que transmite el nombre “Emanuel” no sólo es glorioso, sino también hermoso ya que nos dice que ese mismo Dios está con nosotros. Charles Spurgeon dijo: “El precioso nombre “Emanuel” es indeciblemente encantador. Es éste un nombre apropiado para los labios de querubines, pero, por la maravillosa condescendencia de Dios, sólo los hombres lo pueden pronunciar. El no está tanto con los serafines como lo está con nosotros” (Lecturas Matutinas; Diciembre 25).
Aunque nosotros fuimos los que nos alejamos de Él, Dios no espero a que nosotros en nuestras propias fuerzas volviéramos a Él, sino que Él inició la reconciliación. Nosotros no fuimos a Dios, Él vino a nosotros. Y si hoy nosotros venimos a Dios, es porque primero Él vino a nosotros.
1. DIOS ESTÁ CON NOSOTROS EN NUESTRA HUMANIDAD
Como vemos en la Palabra de Dios, Jesús tiene todas las características esenciales de Dios. Pero también, Jesús adquirió en Su encarnación todas las características esenciales de un ser humano. Sin embargo, Él es una sola persona. Con razón el apóstol Pablo dice en 1 Timoteo 3:16: “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Él fue manifestado en la carne”.
El Dios no creado, ahora es engendrado. El que sustenta toda Su creación, ahora es sostenido en los brazos de María. El Auto-suficiente, ahora es alimentado por una mujer. “El Eterno se conformó al tiempo, el Invisible se hizo visible y el Sobrenatural se redujo a sí mismo a lo natural. Sin embargo, en la encarnación el Verbo no dejó de ser Dios, sino que se volvió Dios en carne humana (i.e. deidad) sin disminución alguna en forma humana como varón o segundo Adán” (John MacArthur).
2. DIOS ESTÁ CON NOSOTROS EN NUESTROS SUFRIMIENTOS
Jesús conoce nuestros sufrimientos, tanto físicos como emocionales, no tan solo por Su omnisciencia, sino también por Su experiencia. La Palabra de Dios describe a Jesús como «despreciado y desechado de los hombres, Varón de dolores y experimentado en aflicción» (Is. 53:3). Y todo eso Él lo experimentó en carne propia:
- Él conoce lo que es tener hambre (“Después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, entonces tuvo hambre”, Mt. 4:2);
- Él conoce lo que es tener sed (“Jesús le dijo: «Dame de beber»”, Jn. 4:7);
- Él conoce lo que es estar cansado (“Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo”, Jn. 4:6);
- Él conoce lo que es ser menospreciado por la familia (“Porque ni aun Sus hermanos creían en Él”, Jn. 7:5);
- Él conoce lo que es ser la burla de los hombres (“La afrenta ha quebrantado mi corazón, y estoy enfermo”, Sal. 69:20);
- Él conoce lo que es perder a un ser querido (“Jesús lloró. Por eso los judíos decían: «Miren, cómo lo amaba»”, Jn. 11:35, 36);
- Él conoce lo que es estar profundamente triste (“«Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte; quédense aquí y velen junto a Mí»”, Mt. 26:38);
- Él conoce lo que es ser traicionado por alguien que pasó años a tu lado (“«Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?»”, Lc. 22:48);
- Él conoce lo que es ser abandonado por tus amigos en el momento que más necesitas su apoyo (“Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron”, Mt. 26:56);
- Él conoce el sufrimiento físico hasta la muerte.
Tú puedes decirle a muchas personas: “Tú no sabes por lo que yo estoy pasando”; pero no puedes decirle eso a Jesús. Dios se hizo hombre en la persona de Jesús y experimentó nuestros sufrimientos. Corre a Él en tus sufrimientos y serás abrazado por Sus brazos de compasión y empatía.
En el siguiente artículo consideraremos tres sentidos más en los que Dios está con nosotros.