En el artículo anterior vimos que “Emanuel” significa Dios con nosotros. Dijimos que este nombre es glorioso porque nos habla de la naturaleza de Jesús: Él es Dios mismo en esencia. Y también este nombre es hermoso porque dice que ese mismo Dios ahora está con nosotros.
También vimos dos sentidos en los que Dios está con nosotros: (1) Dios está con nosotros en nuestra humanidad y (2) Dios está con nosotros en nuestros sufrimientos. En este artículo vamos a considerar tres sentidos más en los que Dios está con nosotros.
3. DIOS ESTÁ CON NOSOTROS EN NUESTRAS TENTACIONES
Jesús fue tentado, pero sin pecado. Esa verdad la encontramos en Lucas 4:1-13. Este último versículo dice: “Cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se alejó de Él esperando un tiempo oportuno”. Y, también, allá en Hebreos 4:15 se dice: “Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino Uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado”.
Si Dios está con nosotros en nuestras tentaciones –¡y lo está en la persona de Jesús!–, entonces cada vez que seas tentado a pecar clama a Dios. Clama a Dios por auxilio con la seguridad de que Jesús es poderoso para rescatar a los que son tentados.
4. DIOS ESTÁ CON NOSOTROS PARA SALVARNOS
Si Dios prometió que el Mesías vendría de una virgen y Jesús fue el único personaje histórico que nació de una virgen, entonces eso confirma que Jesús es el Mesías prometido por Dios en el Antiguo Testamento. Ahora, parece contradictorio que en la profecía se dijera que su nombre sería “Emanuel”, pero cuando el niño nació fue nombrado “Jesús”.
Pero no es contradictorio porque aunque los nombres son diferentes, no el mensaje que ellos transmiten. “Jesús” significa Jehová salva y “Emanuel” significa Dios con nosotros. Jehová es sinónimo a Dios, y salva es sinónimo a con nosotros. Matthew Henry dijo: “No es impropio decir que la profecía que predijo que su nombre sería llamado Emanuel se cumplió, en el diseño y en la intención de ésta, cuando fue llamado Jesús; porque si Él no hubiera sido Emanuel –Dios con nosotros–, no podría haber sido Jesús –Salvador–”.
Ahora, ¿Dios está con nosotros para salvarnos de qué? En este pasaje no se dice que Jesús salvaría a Su pueblo del infierno, aunque ciertamente se implica. Las siguientes palabras de Charles Spurgeon se adaptan muy bien aquí: la salvación no es esa salvación defectuosa que «perdonaría la rebelión, dejando que el rebelde siguiera siendo enemigo del Soberano. Quitaría las consecuencias pero descuidaría la causa, lo que nos enredaría en una tarea desesperada y sin fin. Detendría por un momento el curso del río, dejando abierta la fuente de contaminación, de modo que tarde o temprano acometería con mayor fuerza» (Totalmente por gracia, p. 11).
El versículo dice que Jesús salvaría a Su pueblo de sus pecados. ¿Qué es el pecado? El pecado es básicamente una rebeldía desde el corazón hacia Dios (Is. 53:6; Ef. 2:3), que se manifiesta al hacer lo que Dios prohíbe (1 Jn. 3:4) y al no hacer lo que Dios manda que se haga (Stg. 4:17). De eso fue que Jesucristo vino a salvarnos.
Jesús salva del pecado en un sentido pasado (salvación de la culpa del pecado), presente (salvación del poder del pecado) y futuro (salvación de la presencia del pecado). Esa salvación también incluye salvación de la justa ira de Dios y salvación de la condenación eterna en el infierno.
¿Cómo salvaría Jesús a Su pueblo de sus pecados? Con Su vida de perfecta obediencia a la ley de Dios –obediencia que nos correspondía a nosotros, pero que no cumplimos–, Su muerte penal –castigo que nosotros debimos haber sufrido–, y Su resurrección confirmativa –que confirma que Jesús es el Salvador y que su sacrificio fue aceptado–.
Si no le has pedido a Dios que te salve, ¡este es el momento para hacerlo! Pídele que te salve del infierno, que es el castigo justo que merecen tus pecados. Pero también pídele que te salve del pecado, que es la razón por la que te diriges al infierno. Arrepiéntete sinceramente de todos tus pecados y pídele a Dios con fe que te salve y serás salvo.
5. DIOS ESTÁ CON NOSOTROS EN TODO TIEMPO
Alguien podría decir: “Misael, todo eso es muy lindo, pero tenemos un problema: ¡Jesús no está aquí!”. Y aunque es cierto que Jesús ascendió a los cielos, no por eso deja de ser “Dios con nosotros”. Previamente a Su ascensión, Jesús le dijo a Sus discípulos: “Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt. 28:20).
¿Cómo, entonces, Jesús sigue siendo “Dios con nosotros” a pesar de que ascendió a los cielos? En Juan 14:18, Jesús hablando en el contexto de la venida del Espíritu Santo dijo: “No los dejaré huérfanos; vendré a ustedes”. Dios sigue estando con nosotros, ahora por medio del Espíritu de Cristo, la tercera persona de la trinidad.
La respuesta a la pregunta que hicimos al principio (¿Qué niño es este?) es: el niño que nació de María es Emanuel, Dios con nosotros. Y, aun después de dos mil años de su nacimiento, Él sigue compadeciéndose de nosotros, rescatándonos en la tentación y salvándonos del pecado.