Al leer el evangelio según Marcos, su narrativa nos deja con un sentido de acción o urgencia. “Marcos se interesa más en narrar los hechos poderosos que realizó Jesús que en preservar sus palabras. El ritmo de la narración se acelera con la repetición de adverbios como “inmediatamente”, “enseguida” o “al instante”; los cuales logran una rápida transición entre un milagro y la interacción de las personas con Jesús al siguiente” (La Biblia de Estudio de la Reforma).
Muy unido con lo anterior, al leer la narrativa que Marcos hace de Jesús no nos cabe duda de que éste último era alguien muy ocupado. En el primer y segundo capítulo de Marcos se relata a Jesús siendo bautizado por Juan, siendo tentado por Satanás, predicando en Galilea, llamando a Sus primeros discípulos y sanando a muchos enfermos.
A pesar de tener una agenda tan ocupada, Marcos nos relata algo muy interesante de Jesús –y es que Él tenía tiempo para orar–: “Levantándose muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, Jesús salió y fue a un lugar solitario, y allí oraba” (Marcos 1:35). Y orar era algo que Jesús hacia no algunas veces, sino siempre: después de alimentar a más de cinco mil personas, Jesús “se fue al monte a orar” (6:45).
Los demás evangelios confirman que Jesús siempre oraba:
- Cuando Jesús fue al huerto de Getsemaní, Él oraba (Mateo 26:36).
- Cuando Jesús fue bautizado, Él oraba (Lucas 3:21).
- Cuando Jesús iba a escoger a Sus apóstoles, Él oró (Lucas 6:12).
- Cuando Jesús se transfiguró frente a Sus discípulos, Él oraba (Lucas 9:29).
Jesús siempre tenía tiempo para orar no porque tenía pocas cosas que hacer, sino a pesar de tener muchas cosas que hacer. Jesús siempre tenía tiempo para orar no porque Él era Dios. Aunque Jesús es verdaderamente Dios, Él también es verdaderamente hombre. Jesús siempre tenía tiempo para orar no porque Él tenía más de 24 horas en Su día. Jesús siempre tenía tiempo para orar porque comunicarse con Su Padre celestial era una prioridad para Él.
Y si para alguien como Jesús, quien es nuestro Salvador y Señor, la oración era una prioridad; ¿cuánto más debería serlo para cada uno de nosotros? Hagamos nuestra esa frase de Martín Lutero: “Tengo tantas cosas que hacer hoy que pasaré las primeras tres horas en oración”. ¿Está tu horario lleno? Aprende de Jesús: levántate más temprano, aléjate de las distracciones y ora.
Jesús no tan solo oró en el huerto de Getsemaní y en la cruz del Calvario, sino que Él sigue orando en el cielo a favor de nosotros –incluso cuando somos negligentes en orar (Hebreos 7:25).