Había un hombre que no asistió a la escuela cuando niño para ser educado. Él no sabía leer ni escribir, no sabía de matemáticas ni de historia. Una noche, este hombre intentó robar parte de los rieles de un ferrocarril, pero fue atrapado por las autoridades. Éstas, pensado que el principal problema de este hombre era la falta de una buena educación, lo enviaron a estudiar de manera intensiva por cuatro años… Pero, ¡qué sorpresa se llevaron las autoridades pasados los cuatro años! La misma persona que anteriormente había intentado robar los rieles, ahora había robado un tren completo.
Contrario a lo que muchos piensan hoy en día, el problema del hombre (sentido genérico) no es meramente que hace cosas malas ocasionalmente y la solución a este problema no se encuentra en una buena educación secular.
El problema del hombre es que es pecador; y esto no sólo significa que él hace las cosas que no debería hacer y no hace las cosas que debería hacer, sino también que su propio corazón es rebelde hacia Dios –esa es su inclinación–. Dios hace la siguiente pregunta retórica a través del profeta: “¿Puede el etíope mudar su piel, o el leopardo sus manchas? Así vosotros, ¿podréis hacer el bien estando acostumbrados a hacer el mal?” (Jer. 13:23). Y en Romanos 3:10-18 dice: “No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios; todos se han desviado, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta, engañan de continuo con su lengua, veneno de serpientes hay bajo sus labios; llena esta su boca de maldición y amargura; sus pies son veloces para derramar sangre; destrucción y miseria hay en sus caminos, y la senda de paz no han conocido. No hay temor de Dios delante de sus ojos”.
La educación secular, por más buena que sea, no puede cambiar el corazón pecaminoso del hombre. ¿No hay hoy en día muchos que con sabiduría del mundo tergiversan las palabras para engañar? ¿No hay hoy en día muchos ladrones con trajes y corbatas? Thomas Boston dijo: “La educación puede encadenar la lujuria de los hombres, pero no puede cambiar sus corazones. Un lobo sigue siendo una bestia voraz, aunque esté en cadenas”.
Dios no nos llama empleados, sino esclavos del pecado (Jn. 8:34); no nos llama con poca visión y audición, sino ciegos y sordos (Is. 43:8); no nos llama enfermos, sino muertos en delitos y pecados (Ef. 2:1). Todo eso indica que necesitamos más que unos cuantos ajustes. La solución al problema del hombre (el pecado) es regeneración: que Dios cambie el corazón del hombre, que implante el principio de la nueva vida y haga santa la disposición regente del alma, para que éste ame al Dios que antes odiaba y odie el pecado que antes amaba.
Por favor no me malinterpreten, no estoy diciendo que la educación no sirve de nada. La educación es importante, pero ésta no puede cambiar el corazón pecaminoso del hombre, sólo Dios puede hacer esto (Ez. 36:26,27). Oremos constantemente, pues, para que Dios obre en muchos hombres de nuestra sociedad: dándoles un nuevo corazón, implantando el principio de la nueva vida, haciendo santa la disposición regente de sus almas, poniendo Su Espíritu dentro de ellos, guiándolos al arrepentimiento, haciéndoles creer en el evangelio de Jesucristo predicado, y haciéndoles obedecer con gozo Sus mandamientos. Amén.