¿Es el evangelio sólo para los no cristianos?

En una ocasión una señora cristiana se me acercó y, después de animarme a continuar sirviendo a Dios a través de mi blog, me preguntó que si el contenido de éste era principalmente para no cristianos. Esa pregunta surgió después de que ella leyera el último artículo publicado en ese entonces, el cual era básicamente evangelístico. Eso me lleva a preguntar: ¿Es el evangelio sólo para los no cristianos? ¿Debemos dejar de predicar el evangelio a personas que ya han sido salvadas por Jesucristo? El Nuevo testamento responde negativamente a estas preguntas. Al dar un vistazo a través de éste nos damos cuenta como se presenta, a cristianos, una y otra vez el evangelio de Jesucristo. Por ejemplo, no creo que sea coincidencia que tengamos no una epístola, sino dos (Romanos y Gálatas), cuyo tema central es la justificación por la fe en Jesucristo.

El evangelio es la buena noticia de salvación, en Jesucristo, para el pecador (1 Co. 15:3, 4). Aunque el cristiano ciertamente ha sido salvado, Dios no ha terminado Su buena obra en él (Flp. 1:6; 1 P. 1:5, 9). El cristiano ha sido salvado de la culpa del pecado, pero todavía está siendo salvado del poder del pecado (santificación), hasta que la presencia del pecado sea eliminada total y definitivamente (glorificación). Ahora, mientras el día de la glorificación no llegue, habrá una lucha contra el pecado y muchas veces tropezaremos, pecaremos (1 Jn. 1:8, 10). Y es porque, aunque redimidos, todavía somos pecadores que pecan, que debemos predicarnos a nosotros mismos y a otros el evangelio de Jesucristo siempre. Predicar que Dios perdona todos nuestros pecados en Jesucristo, quien cargó y apaciguó la justa ira de Dios: “Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad… Hijitos míos, os escribo estas cosas para que no pequéis. Y si alguno peca, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. El mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero” (1 Jn. 1:9; 2:1, 2). Predicar que por la gracia de Dios no sólo somos perdonados, sino también salvados del pecado: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado, trayendo salvación a todos los hombres, enseñándonos, que negando la impiedad y los deseos mundanos, vivamos en este mundo sobria, justa y piadosamente” (Ti. 2:11, 12).

En nuestro pecado, seremos tentados constantemente a olvidar el evangelio de Jesucristo; seremos tentados a que, habiendo comenzado por el Espíritu, terminemos por la carne (Gal. 3:3); seremos tentados a pensar que con nuestras obras podemos hacer a Dios deudor nuestro y que con nuestra obras podemos comprar Su favor. Pero debemos contraatacar, predicándonos a nosotros mismos y a otros el evangelio una y otra vez. Predicar que fuimos redimidos y bendecidos por la obra de Jesucristo sola: “Y que nadie es justificado ante Dios por la ley es evidente, porque EL JUSTO VIVIRA POR LA FE. Sin embargo, la ley no es de fe; al contrario, EL QUE LAS HACE, VIVIRA POR ELLAS. Cristo nos redimió de la maldición de la ley, habiéndose hecho maldición por nosotros (porque escrito está: MALDITO TODO EL QUE CUELGA DE UN MADERO), a fin de que en Cristo Jesús la bendición de Abraham viniera a los gentiles, para que recibiéramos la promesa del Espíritu mediante la fe” (Gal. 3:11-14). Predicar que ya que nuestra salvación está basada en la obra perfecta de Jesucristo, somos salvos por gracia y vivimos por la misma gracia: “para alabanza de la gloria de su gracia que gratuitamente ha impartido sobre nosotros en el Amado… no por obras, para que nadie se gloríe” (Ef. 1:6; 2:9).

1ra parte; 2da parte

Publicado por

Misael Susaña

Misael Susaña nació en República Dominicana, fue salvado a la edad de trece años y actualmente es uno de los pastores de Iglesia Fundamento Bíblico. Es también maestro de Inglés. Estudió Teología Sistemática en la Academia de la Gracia (Reformed Baptist Seminary) y ha participado en varios diplomados. Desde el 2008, ha publicado regularmente artículos bíblicos en su blog (gustadaDios.com). Misael, teniendo en mente Salmos 34:8, prefiere describirse a sí mismo como un «Catador de la bondad de Dios y feliz promotor de ésta; para Su gloria y el beneficio [en Él] del creyente».

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