MISAEL: Buenos días. En esta ocasión tenemos el privilegio de compartir un rato con el apóstol Pablo, considerado como el más grande misionero y a quien Dios ha utilizado para escribir la mayor parte del Nuevo Testamento.
PABLO: Muchas gracias Misael. Pero todo eso no es en mis propias fuerzas, sino por la gracia de Dios en mí.
MISAEL: Amén. Pablo, ya entrando en el tema: ¿Cómo has llevado el evangelio a tanta gente a pesar de los obstáculos? Lo pregunto porque muchos de nosotros no predicamos el evangelio ante personas que lo consideran como una locura o ante obstáculos, sean estos reales o potenciales.
PABLO: Lo que pasa es que muchos se avergüenzan del evangelio.
MISAEL: ¿Tú no lo haces –avergonzarte del evangelio–?
PABLO: No, en lo absoluto.
MISAEL: Interesante. ¿Cómo lo haces? ¿Por qué no te avergüenzas del evangelio incluso ante obstáculos reales o potenciales?
PABLO: Porque el evangelio de Jesucristo es el poder de Dios, Misael. Comúnmente, las personas se avergüenzan de debilidades en ellas o porque lo que tienen es inferior a lo que otras personas tienen. Pero ese no es el caso del evangelio que yo predico. El evangelio de Jesucristo es el poder de Dios, poder que salva a todo el que cree. Poder para perdonar pecados. Poder para que los que estaban bajo la ira de Dios ahora estén bajo Su amor paternal. Poder para que aquellos que estaban muertos en pecado ahora estén vivos para Dios. Poder para que el que no amaba ni buscaba a Dios ahora lo ame y lo busque. Poder para que el que robaba, ahora trabaje y comparta con los que tienen necesidad. Sólo el evangelio de Jesucristo puede hacer eso. La pregunta no es: ¿por qué yo no me avergüenzo del evangelio?; sino que la pregunta es: ¿por qué tendría yo que avergonzarme de esto?
MISAEL: Nunca lo había visto así.
PABLO: ¿Puedo agregar una ilustración?
MISAEL: ¡Claro!
PABLO: Imagina que tú estás junto a tus amigos. Todos ellos tienen los últimos teléfonos inteligentes del mercado. Los han puesto sobre la mesa. Pero tú tienes un “gran celular”, un StarTAC. Si alguien te llama en ese momento, posiblemente te alejes de tus amigos para tomar la llamada. ¿Por qué? Porque lo consideras como una debilidad, lo consideras como algo inferior. Ahora, si el caso fuera lo opuesto, no te avergonzarías de tomar la llamada frente a tus amigos. Nadie se avergüenza del poder. Y eso es el evangelio de Jesucristo, el poder de Dios para salvar.
MISAEL: Creo que si recordamos esa verdad, cuando seamos tentados a avergonzarnos del evangelio, y somos convencidos de ésta, nuestra boca no permanecerá cerrada cuando tenemos que hablar. ¡Damos gracias a Dios por tu vida y ministerio, Pablo!
PABLO: Qué la gracia del Señor sea con todos ustedes.
Muy original! Bendiciones!