Müller: alimentó a 10,000 por la oración y la fe.

George Müller fue un pastor y misionero que nació en Alemania el 27 de septiembre de 1805 y murió en Inglaterra el 10 de marzo de 1898. Müller es mejor conocido por su trabajo con los huérfanos. Motivado por la situación de los huérfanos de Inglaterra en ese entonces (en 1834 había alojamiento para 3,600 niños) y con dolor por la incredulidad de muchos que profesaban ser creyentes, Müller construyó cinco grandes casas para huérfanos y cuidó a 10,024 huérfanos a lo largo de su vida.

Refiriéndose a las casas para los huérfanos, Müller dijo: “Necesitaba ser algo que pudiera ser visto incluso por el ojo natural. Si yo, un hombre pobre, simplemente por la oración y la fe, obtenía, sin pedirle a ningún individuo, los recursos para establecer y llevar adelante una Casa de Huérfanos; eso sería algo que, con la bendición de Dios, podría ser un medio para fortalecer la fe de los hijos de Dios además de ser un testimonio a la conciencia de las inconversos, de la realidad de las cosas de Dios. Esta, entonces, fue la razón principal de crear una Casa de Huérfanos… que Dios sea magnificado por el hecho de que los huérfanos bajo mi cuidado son provistos con todo lo que necesitan tan solo por medio de la oración y la fe, sin yo ni mis colaboradores pedirle a nadie, y así se pueda ver que Dios es TODAVÍA FIEL y TODAVÍA ESCUCHA LAS ORACIONES” (Mueller, Narrative).

Müller nunca cobró su salario, nunca pidió dinero directamente a las personas, nunca tomó un préstamo y nunca incurrió en deuda. Él le oraba a Dios y confiaba en que Dios movería el corazón de las personas para suplir las necesidades que tanto él como los huérfanos tenían. En una ocasión él dijo: “Yo no sé el cómo los medios vendrán; pero yo sé que Dios es todopoderoso, que los corazones de todos están en Sus manos y que si a Él le place influenciar personas, ellos enviarán ayuda” (Mueller. Narrative, 1:594). Y así sucedió. Se cuenta que en una ocasión se estaba dando gracias con los niños sentados en la mesa aún sin nada para comer. Pero que al terminar la oración, un panadero tocó la puerta con suficiente pan para todos y un lechero, cuya carreta se había descompuesto frente al orfanato, le dio suficiente leche (Steer, p. 131).

Casi al final de su vida, alguien le preguntó a Müller si Dios había sido fiel a Sus promesas y él respondió: “¡Siempre! ¡Nunca me ha fallado! Durante casi setenta años cada necesidad en conexión con esta obra ha sido llenada. Los huérfanos, desde el principio hasta ahora, suman nueve mil quinientos, pero nunca les ha faltado ni una comida. Cientos de veces hemos iniciado el día sin un centavo, pero nuestro Padre celestial ha enviado el sustento en el preciso momento cuando se necesitaba. Nunca sucedió que nos faltara una comida saludable. Durante todos estos años he recibido el poder de confiar sólo en el Dios viviente. En respuesta a la oración, me han enviado hasta $7.500.000. Hemos necesitado hasta $200.000 por año, y todo ha llegado cuando se necesitaba” (A. Sims, Una hora con George Müller).

Esta es la exhortación final de Müller para todos nosotros: “¿No probarás este camino? ¿No verás por ti mismo… la hermosura y la felicidad de echar todas tus ansiedades, cargas y necesidades sobre Dios? Este camino está tan abierto para ti como para mí… Todos son invitados y mandados a confiar en el Señor, a confiar con todo el corazón, a echar toda ansiedad sobre Él e invocarle en el día de la angustia. ¿No harás eso mi querido hermano en Cristo? Anhelo que hagas eso. Deseo que puedas gustar la dulzura del estado del corazón en la cual, mientras rodeado por dificultades y necesidades, puedas aún tener paz, porque sabes que el Dios viviente, tu Padre celestial, tiene cuidado de ti” (Mueller. Narrative, 1:521).