1 Corintios 2:9 es un versículo muy conocido entre los cristianos, pero también es malinterpretado por muchos. El versículo dice lo siguiente: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han entrado al corazón del hombre, son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman”.
Muchos citan este versículo como si allí se estuviera hablando de las cosas maravillosas que nos esperan en el cielo. Ciertamente en el cielo nos esperan cosas maravillosas, pero ese no es el punto del versículo. Nótese que el versículo que le sigue dice que eso que ojo no vio, ni oído oyó, ni han entrado al corazón del hombre «Dios [ya] nos las reveló por medio del Espíritu» (v. 10). No es un misterio que será revelado en el cielo sino un misterio que ya ha sido revelado.
El versículo 9 hace referencia a la sabiduría de Dios (v. 7), las cosas o los pensamientos de Dios (v. 11). Esa sabiduría no es como la sabiduría de este mundo, que pasa. Esos pensamientos de Dios estaban ocultos hasta que Dios nos los reveló. Y por esa sabiduría o pensamientos nosotros llegamos a conocer a Jesús más que como un personaje de un cuento, más que como un maestro, más que como un buen hombre; llegamos a conocer a Jesús como único y suficiente salvador.
Nosotros no nacimos con esa sabiduría ni la conseguimos por causa de nuestro propio esfuerzo, porque «nadie conoce los pensamientos de Dios» (v. 11). Los pensamientos de Dios son demasiado profundos para el hombre natural (v. 10). Por lo tanto, alguien tuvo que revelarnos esa sabiduría. Y ese alguien tiene que ser capaz de escudriñar todo, incluso los profundos pensamientos de Dios. Ese alguien que nos reveló la sabiduría de Dios es el Espíritu Santo: “Pero Dios nos las reveló por medio del Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios” (v. 10). ¡Así de gloriosa es la tercera persona de la trinidad!
Debemos dar infinitas gracias a Dios por Su Espíritu. Si no fuera por Él, tú y yo hubiéramos sido como aquellos que teniendo al Señor Jesucristo al frente, lo crucificaron (v. 8). Si no fuera por Él, hubiéramos sido como aquellos que hoy en día consideran los pensamientos de Dios como una locura (v. 14). El Espíritu Santo es el único que puede revelar, a los que todavía no son cristianos, la sabiduría para salvación en Jesucristo. Debemos orar para que Él revele esa sabiduría a sus corazones tal como lo hizo a nosotros.
Ese pastor y maestro que estudia profundamente la Palabra de Dios para proclamarla a otros necesita la iluminación del Espíritu Santo más que sus comentarios de la Biblia. Ese cristiano que abre su Biblia buscando encontrarse con Jesucristo en cada página que pasa necesita al Espíritu Santo más que un método. Ese cristiano que lee y medita la Biblia diariamente para conocer y aplicar la voluntad de Dios necesita la iluminación del Espíritu Santo más que un buen libro devocional.
Gracias! Dios te siga bendiciendo!!
Excelente!!! Gloria a Jesucristo por su infinita palabra !!!