Todo cristiano verdadero perseverará como cristiano hasta el final. Eso no quiere decir que el cristiano no debe perseverar, pero sí que la preservación de Dios producirá que el cristiano persevere. Eso tampoco quiere decir que el cristiano no tropezará, pero sí que cada vez que tropiece se levantará otra vez en arrepentimiento y fe.
Después de la consoladora promesa de Romanos 8:28, que todo obra para el bien de aquellos que aman a Dios, se dice que eso es así porque a los que Dios conoció de antemano Él también glorificó. La glorificación es el bien más grande en este pasaje y todas las otras bendiciones que Dios nos da contribuyen –y no obstruyen– a la glorificación. Leemos en Romanos 8:29 y 30 lo siguiente:
“Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que El sea el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos también justificó; y a los que justificó, a ésos también glorificó”.
Lo primero que dice el pasaje que Dios hizo por nosotros fue conocernos de antemano. El conocimiento del cual se habla en este pasaje no se refiere a un mero conocimiento intelectual, como si Dios hubiera sabido que levantaríamos la mano para ser salvos y por eso nos salvó. El conocimiento del cual se habla aquí se refiere a una relación personal y es equivalente a elegir.
Por ejemplo, en Amos 3:2a Dios dice respecto a Israel: “Sólo a vosotros he escogido [Lit., conocido] de todas las familias de la tierra”; y en 1 Pedro 1:20 se dice con respecto a Cristo: “Porque El estaba preparado [Lit., conocido] desde antes de la fundación del mundo, pero se ha manifestado en estos últimos tiempos por amor a vosotros”. Así que, lo que el versículo en Romanos 8 quiere decirnos es que desde la eternidad Dios nos eligió para que tengamos una relación personal con Él.
Lo segundo que dice el pasaje que Dios hizo por nosotros fue predestinarnos. Esto va muy unido a lo anterior. La predestinación es algo con lo que algunos no están de acuerdo, pero que no podemos borrar de la Biblia. Predestinar significa destinar desde antes. Dios nos destinó desde antes para algo. ¿Para qué? Para ser hechos a la imagen de Su Hijo; es decir, nos destinó para ser hechos como Jesús.
Lo tercero que dice el pasaje que Dios hizo por nosotros fue llamarnos. Este llamamiento no se refiere al llamamiento general de Dios –el cual puede ser rechazado por el pecador–. Por el contexto sabemos que éste es el llamamiento eficaz de Dios, el cual produce lo que Dios requiere: Dios nos llamó a ir a Jesucristo en arrepentimiento y fe para ser salvos y nosotros fuimos a Él en arrepentimiento y fe y fuimos salvos. En 1 Corintios 1:9 se dice: “Fiel es Dios, por medio de quien fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo, Señor nuestro”.
Lo cuarto que Dios hizo por nosotros fue justificarnos. Justificar significa declarar justo a un pecador debido a la obra de Jesús, el justo. Debido a eso todos nuestros pecados son perdonados y somos tratados como justos por Dios. El apóstol Pablo, citando el Salmo 32, dijo en Romanos 4:7 y 8 lo siguiente: “Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades han sido perdonadas, y cuyos pecados han sido cubiertos. Bienaventurado el hombre cuyo pecado el Señor no tomara en cuenta”.
Lo último que dice el pasaje que Dios hizo por nosotros fue glorificarnos. Glorificar significa hacer a alguien como Jesús: sin pecado remanente y con un cuerpo glorioso como el Suyo. Lo que Dios planeó (v. 29) también lo realizó (v. 30). “¡Espera un momento!”, alguien podría decir, “¡todavía no hemos sido glorificados!”. Eso es cierto, pero “el tiempo pasado… indica que desde el punto de vista de Dios, el trabajo es tan bueno como está hecho. Lo completará tal como lo planeó” (Reformation Study Bible).
Nótese que la salvación es obra de Dios de principio a fin. Desde la elección hasta la glorificación, Dios es quien hace la obra. ¡Sólo a Él sea la gloria! Nótese también que el mismo grupo de personas está presente desde el punto de partida (“a los que de antemano conoció…”) hasta la meta final (“… a ésos también glorificó”). Ninguno se quedó atrás, ninguno abandonó la carrera.
Hemos visto que tan consoladora como la promesa de Romanos 8:28, así también es la promesa de los versículos 29 y 30. Descansemos en ella.