“Aunque tenga que morir junto a Ti”, le dijo Pedro a Jesús, “jamás te negaré”. Esas palabras evidenciaron mucha presunción en el corazón de Pedro. Él estaba alardeando de sí mismo y de sus propias cualidades a pesar de que Jesús les había dicho a Sus discípulos: “todos se apartarán”; y específicamente a Pedro: “me negarás tres veces”. Todos sabemos lo que sucedió después: Pedro negó a Jesús tres veces, con maldiciones.
Hay muchos cristianos como el apóstol Pedro hoy en día, pero también hay otros que le tenemos miedo a la persecución; no por la persecución en sí misma, sino porque ésta pudiera hacernos negar al Señor Jesucristo. Y quiero dejar algo claro: estoy hablando de cristianos con un sincero amor por Jesucristo que no están planeando negarlo en el futuro. Pero al mismo tiempo, ellos están conscientes de lo débil que son.
Hoy quiero traer las buenas noticias que Romanos 8 tiene para ellos. Cuando creemos esas buenas noticias, nuestros temores menguan.
LA REALIDAD DE LA PERSECUCIÓN
En Romanos 8:35 el apóstol Pablo hace la siguiente pregunta: “¿Quién nos separará del amor de Cristo?”. E inmediatamente después, el apóstol pasa a mencionar una serie de experiencias en este mundo, experiencias que tratan de separarnos del amor de Cristo. Y entre esas experiencias se menciona la “persecución”, de parte de aquellos que no tienen fe contra los cristianos.
Hoy se habla de que los cristianos van a ser perseguidos como si fuera una experiencia futura. Pero cuando abrimos la Biblia vemos que los que son de Dios han experimentado persecución desde Génesis 4, cuando Caín mató a su hermano Abel.
Cuando muchos escuchan la palabra “persecución”, lo que les viene a la mente son imágenes de cristianos puestos a muerte por su fe. Pero, tal como dice el Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado, la persecución puede tomar diversas formas y grados:
- calumnias (“Bienaventurados serán cuando los insulten y persigan, y digan todo género de mal contra ustedes falsamente, por causa de Mí”, Mt. 5:11);
- desprecio (“Los judíos le contestaron: «¿No decimos con razón que Tú eres samaritano y que tienes un demonio?»”, Jn. 8:48);
- destierro a aislamiento (“Bienaventurados son ustedes cuando los hombres los aborrecen, cuando los apartan de sí, los colman de insultos y desechan su nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre”, Lc. 6:22);
- encarcelamiento (“Pero antes de todas estas cosas, a ustedes les echarán mano, y los perseguirán, entregándolos a las sinagogas y cárceles, llevándolos ante reyes y gobernadores por causa de Mi nombre”, Lc. 21:12);
- confiscación de bienes (“Porque tuvieron compasión de los prisioneros y aceptaron con gozo el despojo de sus bienes, sabiendo que tienen para ustedes mismos una mejor y más duradera posesión”, He. 10:34);
- muerte (“Los expulsarán de las sinagogas; pero viene la hora cuando cualquiera que los mate pensará que así rinde un servicio a Dios”, Jn. 16:2).
LA SEGURIDAD EN LA PERSECUCIÓN
La pregunta que Pablo hace en el versículo 35 es una pregunta retórica, que lo que quiere darnos a entender es que nada nos podrá separar del amor de Cristo. Dicho de otra manera, nada podrá romper la relación de amor que hay entre Cristo y Su iglesia. Ni siquiera la persecución por más intensa que ésta se vuelva. Eso se confirma en cómo Pablo termina el capítulo: él dice que nada “nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (v. 39).
Eso es algo de lo que Pablo dice estar convencido. Y eso es algo de lo que tú y yo también debemos estar convencidos: que los que son verdaderamente de Jesús no se apartarán de Él, a pesar de la persecución.
Y aunque la Biblia habla de la responsabilidad de perseverar que tiene cada cristiano, nótese que el tema central de este pasaje es el amor de Dios en Cristo por nosotros. El versículo 35 no pregunta quién separará a Cristo de nuestro amor, sino quién nos separará de Su amor por nosotros. El versículo 37 no dice que somos más que vencedores porque le amamos, sino porque Él nos amó. El versículo 39 no dice que nada podrá separar a Dios de nuestro amor, sino que nada podrá separarnos a nosotros de Su amor.
Así que podemos descansar en que la persecución no nos podrá separar de Cristo; no porque nosotros estamos agarrando a Cristo, sino porque Él nos está agarrando con mucho amor a nosotros.
Amén!! Bendiciones apreciado hno.
Dios te bendiga, Holger.