Demas: una advertencia contra la apostasía.

2 Timoteo fue la segunda carta que el apóstol Pablo le escribió a su hijo en la fe, Timoteo. El apóstol escribió desde una prisión romana de la cual no creía volver a salir. Y mientras Pablo se despide de Timoteo en el último capítulo, el apóstol dijo lo siguiente:

“Procura venir a verme pronto, pues Demas me ha abandonado, habiendo amado este mundo presente, y se ha ido a Tesalónica. Crescente se fue a Galacia y Tito a Dalmacia” (4:9, 10).

Pablo le pidió a Timoteo que fuera a verlo ya que sus demás colaboradores se habían ido: Crescente había ido a Galacia y Tito había partido a Dalmacia. Demas había ido a Tesalónica, ciudad comercial, rica y política de Macedonia que alcanzó su pleno florecimiento después de ser conquistada por los romanos.

Pero a diferencia de Crescente y Tito, Demas no había dejado a Pablo para continuar trabajos del ministerio. Podemos leer entre líneas el dolor de Pablo al escribir las siguientes palabras: “pues Demas me ha abandonado, habiendo amado este mundo presente” (v. 10).

DEMAS COLABORÓ CON PABLO

En Filemón 1:24, Pablo había hablado de Demas como su colaborador junto con Aristarco e incluso Marcos y Lucas. Al principio, Demas era “un hombre que demostró un compromiso sustancial con la obra del Señor” (MacArthur). Él acompañaba a Pablo a donde quiera que éste iba, él daba asistencia a las iglesias y hasta pudo haber predicado en ellas.

“Pero cuando Demas vino a la gran capital del mundo entonces conocido en compañía de los prisioneros del Señor, Pablo y Epafras, fue una historia diferente. Él no era un prisionero, y gradualmente el contraste entre la celda y el mundo exterior se volvió intolerable para él. Vio los magníficos salones de los Césares, las hermosas casas de los ricos y el brillo de un mundo de música, amores venales, risas y vino. Ese mundo le mostró su glamour a Demas, y él cedió a sus encantos. La prisión en donde sus amigos languidecían parecía desdichada junto a los musicales, encantados y perfumados pasillos de Roma” (All the Men of the Bible).

Pero Demas no consideró algo que Pablo sí hizo, y algo que debemos considerar todos nosotros, y es que la corona de justicia que le espera a los que son de Dios es mucho mejor que todo lo que la Tesalónica de este mundo puede ofrecer.

DEMAS AMÓ ESTE MUNDO

Algunos comentaristas dicen que este versículo no significa que Demas abandonó totalmente la fe en Jesucristo; pero las palabras que Pablo usa inmediatamente después de decir que Demas lo abandonó me inclinan a pensar que sí.

Pablo dice de Demas: “habiendo amado este mundo”. Demas deseó, añoró, estimó, estaba complacido con este mundo. Santiago 4:4 nos dice que la amistad del mundo es enemistad contra Dios. Y 1 Juan 2:15 nos dice que si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. ¿Qué fue lo que Demas amó? Este mundo o una mejor traducción sería “este siglo”. La palabra griega aquí hace referencia a un período de tiempo con una característica específica.

¿Cuál es la característica de este siglo? Marcos 4:19 nos dice que este siglo tiene afanes, riquezas que engañan, codicias de otras cosas que ahogan la Palabra de Dios. Gálatas 1:4 nos dice que este siglo es malo y que de él Cristo vino a librarnos. Efesios 2:2, 3 dice que este siglo es del príncipe de la potestad del aire (y por si acaso, ese es Satanás) y que los que pertenecen a él andan en los deseos de la carne, haciendo la voluntad de la carne y de sus propios pensamientos. Todo eso fue lo que Demas amó.

Otros comentaristas hacen la salvedad de que no sabemos si Demas se arrepintió después y volvió. Eso es cierto, no lo sabemos. Pero los principios que se extraen del ejemplo de Demas siguen siendo los mismos. ¿Qué aprendemos de Demas?

LECCIONES APRENDIDAS

¿Aprendemos de Demas qué la salvación se pierde? ¡En ninguna manera! El mismo apóstol Pablo nos enseñó en diferentes cartas que el creyente verdadero no puede perder la salvación: En Romanos 8:38 y 39, leemos: “Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. En Filipenses 1:6 dice: “Estoy convencido precisamente de esto: que el que comenzó en ustedes la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús”. Pablo estaba convencido de que el Dios que comenzó la buena obra de salvación en los creyentes sin duda alguna la completará. La edificación no se quedará a medias. Así que, si Demas murió sin volver a la fe; él no perdió la salvación, nunca la tuvo.

Demas nos confirma que la cizaña (los hijos del malo) crecerá junto al trigo (los hijos del reino). Demas nos confirma que no sólo Satanás, sino también “sus ministros se disfrazan como ministros de justicia” (2 Cor. 11:15. RVR1960). Demas nos confirma que entre nosotros hay personas que no son de nosotros (1 Jn. 2:19). ¡Vela por tu alma!

Demas nos enseña que el trabajo para Jesús no siempre significa una relación con Jesús. Es bueno trabajar para Jesús y se espera que todos los que tienen una relación con Jesús hagan eso. Pero, como alguien dijo una vez, Jesús está más interesado en el trabajo que haces con Él que en el trabajo que haces para Él. ¡Cuídate de que después de haber predicado a otros, tú mismo quedes descalificado!

Demas nos recuerda que la perseverancia es evidencia de la fe verdadera. Cuando Dios está preservando a un cristiano, esto se ve en que el cristiano está perseverando. Dios preserva, el hombre persevera. La preservación de Dios causa que el hombre persevere, no que sea pasivo o que corra lejos de Dios. Entonces, aquel que vive sin ley, sin santidad, sin arrepentimiento, sin odio y sin lucha contra el pecado no tiene la seguridad de que es salvo ni de que seguirá siendo salvo.

Las advertencias de la Biblia, como lo es Demas ahora, son uno de los medios que Dios utiliza para preservar a los Suyos; pues los que son de Dios van a hacer caso a esas advertencias. Así que, persevera, porque es Dios quien te preserva.

La relación entre el buen Pastor y Sus ovejas.

El Nuevo Testamento ilustra la relación que existe entre Jesucristo y los cristianos de distintas formas: en Juan 15 se dice que Jesucristo es la vid y los cristianos son Sus ramas. En 1 Corintios 12 se dice que Jesucristo es la Cabeza y que los cristianos son Su cuerpo. En Efesios 5 se dice que Él es el Novio y que nosotros somos Su novia. Y en Juan 10, que es el pasaje que vamos a considerar, se dice que Él es el Pastor y nosotros somos Sus ovejas.

¿Qué hace Jesucristo como el Pastor? Conocer eso nos hará admirar las virtudes de Jesucristo y descansar en Su obra. ¿Qué hacemos nosotros como Sus ovejas? Conocer eso nos permitirá examinar si estamos en Su redil. Vamos a dar respuesta a esas preguntas a partir de Juan 10:25-28, que dice lo siguiente: “Se lo he dicho a ustedes y no creen; las obras que Yo hago en el nombre de Mi Padre, estas dan testimonio de Mí. Pero ustedes no creen porque no son de Mis ovejas. Mis ovejas oyen Mi voz; Yo las conozco y me siguen. Yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de Mi mano”.

Esas palabras se las dijo Jesús a unos judíos que lo habían rodeado en el templo para preguntarle si Él era el Cristo.

EL PASTOR

La primera cosa que Jesucristo dijo de sí mismo como el Pastor la podemos encontrar en el versículo 27, cuando Él dice: “Yo las conozco” –refiriéndose a Sus ovejas–. Jesús conoce a los que son Suyos tanto de manera colectiva como de manera individual. Y este conocimiento del cual se habla aquí va más allá de conocer tu nombre, tu número de identificación personal y el lugar donde vives. El conocimiento del cual se habla aquí se refiere a una relación afectuosa con otra persona. Lo que Jesús dijo aquí es que Él se enamoró de los Suyos, fue a la cruz pensando en cada uno de ellos e inició una relación personal con ellos.

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¿Le tienes miedo a la persecución?

“Aunque tenga que morir junto a Ti”, le dijo Pedro a Jesús, “jamás te negaré”. Esas palabras evidenciaron mucha presunción en el corazón de Pedro. Él estaba alardeando de sí mismo y de sus propias cualidades a pesar de que Jesús les había dicho a Sus discípulos: “todos se apartarán”; y específicamente a Pedro: “me negarás tres veces”. Todos sabemos lo que sucedió después: Pedro negó a Jesús tres veces, con maldiciones.

Hay muchos cristianos como el apóstol Pedro hoy en día, pero también hay otros que le tenemos miedo a la persecución; no por la persecución en sí misma, sino porque ésta pudiera hacernos negar al Señor Jesucristo. Y quiero dejar algo claro: estoy hablando de cristianos con un sincero amor por Jesucristo que no están planeando negarlo en el futuro. Pero al mismo tiempo, ellos están conscientes de lo débil que son.

Hoy quiero traer las buenas noticias que Romanos 8 tiene para ellos. Cuando creemos esas buenas noticias, nuestros temores menguan.

LA REALIDAD DE LA PERSECUCIÓN

En Romanos 8:35 el apóstol Pablo hace la siguiente pregunta: “¿Quién nos separará del amor de Cristo?”. E inmediatamente después, el apóstol pasa a mencionar una serie de experiencias en este mundo, experiencias que tratan de separarnos del amor de Cristo. Y entre esas experiencias se menciona la “persecución”, de parte de aquellos que no tienen fe contra los cristianos.

Hoy se habla de que los cristianos van a ser perseguidos como si fuera una experiencia futura. Pero cuando abrimos la Biblia vemos que los que son de Dios han experimentado persecución desde Génesis 4, cuando Caín mató a su hermano Abel.

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