¿Por qué no reescribimos las estrellas? [II]

En la primera parte de este artículo consideramos la canción “Rewrite the stars” [Reescribir las estrellas], en la cual Phillip Carlyle (Zac Efron) busca convencer a Anne Wheeler (Zendaya) de que ellos pueden estar juntos a pesar de los obstáculos en su camino.

La segunda estrofa y el segundo coro de la canción dicen:

“Piensas que es fácil,
¿crees que no quiero correr a ti?
Mas hay montañas
y puertas que yo no puedo abrir.
Aún no sabes porqué
no es posible estar los dos
de frente a los demás.
Cuando cuentas te des
sabrás que después de todo
imposible siempre fue.

No puedo la historia cambiar;
no somos tal para cual.
Todo nos va a separar
y no soy a quien debes encontrar.
No es tu elección y no es mi elección;
pues todo nos dicta la dirección.
¿Cómo la historia cambiar?
Creer que el mundo de los dos será” (Trad.: Aki Chan).

Anne Wheeler, a diferencia de Phillip Carlyle, cree que el destino de las personas sí está escrito y que este no puede ser cambiado. Por eso ella termina diciendo: “Sé que te quiero / No es algo que pueda ocultar / Mas no es posible / Nuestro destino no llegará”. Sigue leyendo ¿Por qué no reescribimos las estrellas? [II]

María, la sierva del Señor.

María no fue muchas de las cosas que algunos le atribuyen hoy en día (p. ej. ella no es mediadora entre nosotros y Jesús, ella tampoco permaneció virgen), pero ella sí fue una sierva verdadera del Señor.

El ángel Gabriel se le apareció a María, mientras ella todavía era virgen y se encontraba desposada con José, para decirle que daría a luz un hijo –Jesús–. Y después de que el ángel le explicara –aunque no en detalle– el cómo sucedería eso, ella respondió: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra” (Lucas 1:38). Y a partir de esas palabras podemos definir un siervo de Dios como aquel en cuya vida y a través de quien se hace la voluntad de su Señor.

Es muy probable que la explicación del ángel no haya respondido a todas las preguntas de María; pero en vez de insistir en recibir una explicación que respondiera a todas sus preguntas, ella dijo «hágase conmigo conforme a tu palabra». Al quedar embarazada en ese momento, ella pudo haber perdido a su prometido –en Mateo 1:19 se relata que José llegó a pensar en abandonarla–; pero aun así ella dijo «hágase conmigo conforme a tu palabra». Al quedar embarazada en ese momento, la reputación de María fue manchada (véase Juan 8:41); pero aun así ella dijo «hágase conmigo conforme a tu palabra».

Todo este universo no se trata acerca de nosotros, sino de Dios. Y esta vida no se trata acerca de hacer nuestra voluntad; sino que esta vida se trata acerca de hacer la voluntad de Dios, aun cuando eso aparentemente1 nos perjudique. ¿Eres tú un siervo del Señor?


1 Digo “aparentemente” porque ya que nuestro Señor es bueno, todo lo que Él demanda de Sus siervos es tanto para Su gloria como para el bien de ellos. Ahora, al final es Dios –y no nosotros– quien define lo que es bueno, quien sabe lo que es bueno para nosotros.

Un poderoso estímulo a la oración.

¿Qué haces en la angustia? ¿A dónde buscas auxilio cuando estás en apuros? ¿A quién llamas cuando estás en problemas? El salmista David nos instruye con su ejemplo en el Salmo 86:7, donde él dice: “En el día de mi angustia te llamaré, porque tú me respondes”.

En el día de su angustia, el salmista no se quedaba paralizado por el miedo, pero tampoco se movía confiando en sus propias fuerzas; más bien, él invocaba, clamaba, oraba a su Dios. ¿Por qué, en vez de hacer otra cosa, el salmista oraba a Dios? Su respuesta es simple: “porque tú me respondes”. El salmista no estaba orando en vano a un dios que aunque tenía oídos, no oía (Sal. 115:6a); el salmista oraba con confianza en el Dios verdadero que le respondería –David no sería avergonzado–.

IMPLICACIONES PARA LOS SERVICIOS DE ORACIÓN

¿Por qué tan pocos cristianos (en comparación con los servicios de adoración dominicales) asisten a los servicios de oración? ¿Es que nunca han experimentado angustia (aunque no solo oramos en angustia)? ¡No lo creo! ¿O será realmente porque dudan que Dios responda? Examina tu corazón y, entonces, ve a la cruz de Jesucristo.

Pero también a aquellos que sí asisten a los servicios de oración, ya que pueden ser tentados a orar mecánicamente (con el corazón desconectado de sus labios): la oración es mucho más que una carta «a quien pueda interesar».

Orar sí tiene sentido. Dios realmente oye las oraciones y responde a favor de Su pueblo. Dios quiere responder a las oraciones y responde de acuerdo a Su buena, agradable y perfecta voluntad.

Instrucciones sobre la oración en Getsemaní.

Poco antes de los clavos y la cruz, Jesucristo ya estaba muy afligido hasta el punto de la muerte; porque sabía que pronto bebería toda la copa de la ira de Dios para que pecadores como tú y yo hoy tengamos salvación. En Getsemaní, encontramos a nuestro Salvador Jesucristo –100% hombre y 100% Dios– orando: “Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras” (Mt. 26:39). Esa oración de nuestro Salvador es muy instructiva para nosotros.

PIDE CLARAMENTE LO QUE QUIERES

Jesús en GetsemaníNótese que Jesucristo no oró meramente: “Padre mío, no sea como yo quiero, sino como tú quieras”; la oración de Jesucristo tampoco fue una oración vaga o imprecisa: “Padre mío, tú sabes lo que yo quiero, pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras”. La oración de Jesucristo fue precisa, Él expresó claramente lo que quería en ese momento: “Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa” (v. 39). Son muchas las veces que he escuchado a cristianos orar de una manera que termino preguntándome qué fue lo que oraron; no porque hayan expresado deseos ilícitos, sino porque en verdad no pidieron nada claro –sus oraciones fueron muy vagas–. Esto no tiene porqué ser así. Podemos pedir claramente lo que queremos, podemos expresar claramente deseos lícitos.

PIDE HASTA QUE DIOS RESPONDA

No fue una ni dos veces que Jesucristo pidió al Padre que si era posible pasara de Él aquella copa, Jesucristo oró con las mismas palabras tres veces (vv. 42, 44). Pero, una vez que Jesucristo vio la respuesta del Padre, dejó de orar con esas palabras (véanse vv. 45-46). Asimismo debemos hacer nosotros, orar pidiendo claramente lo que queremos y hacerlo con insistencia hasta que veamos la respuesta de Dios (aun si es un “no”).

SOMÉTETE A LA VOLUNTAD DE DIOS

Aun Jesucristo siendo el Hijo de Dios, vemos que Él se sometió a Dios Padre. En la misma oración que Jesucristo pidió claramente lo que quería, Él concluyó de la siguiente manera: “pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras” (v. 39). Asimismo nosotros, más que agregar “no como yo quiero, sino como tú” al final de nuestras oraciones, debemos tener un corazón dispuesto a someterse a cualquiera que sea la voluntad de Dios para nuestras vidas. Que Su voluntad prevalezca sobre la nuestra. Y esa sumisión es gozosa, ya que Dios es nuestro Padre –sabe lo que es mejor para nosotros–, Su voluntad es perfecta –no podemos mejorarla– y todas las cosas cooperan para nuestro bien –Dios hace lo mejor para nosotros–.