“Porque un Niño nos ha nacido, un Hijo nos ha sido dado,
Y la soberanía reposará sobre Sus hombros. Y se llamará Su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9:6).
El mensaje de Isaías 9:6 había sido relevante en el tiempo de Isaías, fue relevante en los días de Jesús –en quien se cumple últimamente esta profecía– y sigue siendo relevante hoy en día; ya que el pecado y sus consecuencias siguen presentes, pero también Jesús está vivo y sigue obrando.
Admirable Consejero
Aunque en la Biblia Reina Valera 1960 se separa con una coma “admirable” de “consejero”, los otros tres nombres tienen dos palabras cada uno, por lo que me inclino a pensar que “admirable” y “consejero” deben ser vistos justos. Isaías 28:29 parece confirmar mi punto: “También esto procede del Señor de los ejércitos, que ha hecho maravilloso Su consejo y grande Su sabiduría”.
¿Qué es un consejero? Es alguien a quien acudimos en busca de una recomendación cuando no sabemos qué hacer o cuando tenemos dos opciones frente a nosotros y no sabemos cuál es la mejor. Leemos en la Biblia que los reyes tenían consejeros que le daban asesoría. Esos consejeros debían ser personas sabias y prudentes.
En la Biblia encontramos ejemplos de malos consejeros: la madre del rey Ocozías le aconsejaba que actuara impíamente (2 Cro. 22:3) y sus consejeros también lo aconsejaban para su perdición. Ocozías terminó destruido.
Pero este consejero no sería como esos consejeros, Él sería un consejero admirable. Este consejero es maravilloso. Sus consejos provocan un gran asombro. Aquellos que se topan con Él se quedan boquiabiertos y vuelven diciendo lo extraordinario que Él es. En resumen, nadie aconseja mejor que Él. La reina del Sur fue de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, descrito como más sabio que todos los hombres. Pero Jesús dijo, refiriéndose a sí mismo, lo siguiente: “y miren, algo más grande que Salomón está aquí” (Mt. 12:42).
Sigamos Su ejemplo y obedezcamos lo que Jesús nos dice a través de Su Palabra. No hay nada mejor para nosotros.
Dios Poderoso
Aunque nacería como un niño, no dejaría de ser Dios. “Abraham y sus descendientes retomaron el nombre de El en su sentido originario, desvinculado de connotaciones paganas, para designar a Dios. En Israel, este nombre asume un carácter más particular, viniendo a ser el nombre propio del Dios único e incomparable. Es así que se acompaña siempre con un adjetivo que destaca un aspecto, una virtud del mismo Dios” (Nuevo diccionario bíblico ilustrado).
Él no sería un dios al mismo nivel que los dioses paganos, sino el Dios poderoso. Él es el mismo Dios del cual se habla en Isaías 10:21 que dice: “Un remanente volverá; un remanente de Jacob volverá al Dios poderoso”. Y según Deuteronomio 10:17 ese “Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible”.
“Como Consejero, Él tiene la sabiduría para gobernar justamente; y como Dios fuerte, Él tiene el poder para ejecutar Sus sabios planes” (Warren W. Wiersbe). Y ese Dios fuerte, ese Dios único e incomparable, ese Dios de dioses y Señor de señores, ese Dios grande, poderoso y temible pelea por Su pueblo.
Jesús vino a este mundo como Dios fuerte: Él combatió el pecado hasta triunfar sobre él con Su sangre. Él anuló “el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz” (Col. 2:14, 15). Se manifestó “para deshacer las obras del diablo”. Antes de ascender a los cielos, les dijo a Sus discípulos “yo he vencido al mundo”. Y no descansará hasta que presente “una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada” (Ef. 5:27).