Un lugar en silencio es una película de terror postapocalíptico dirigida por John Krasinski y estrenada en 2018. En el título de este artículo me refiero a ella como “muda”, no porque carezca completamente de sonido, sino porque hay muy poco diálogo. ¿Y eso por qué? Déjame contarte:
La historia gira en torno a una familia que lucha por sobrevivir en un mundo postapocalíptico, ahora habitado por criaturas alienígenas ciegas pero con un oído extremadamente sensible. Si ellas te escuchan, te cazan.
A FAVOR DE LA FAMILIA
Lo que más me sorprendió de esta película —y eso que no me gustan las películas de terror— es cuánto tiene para enseñar. No sé si esa fue la intención de Krasinski, pero Un lugar en silencio transmite un mensaje a favor de la familia:
- Vemos a un hombre (interpretado por el mismo Krasinski) y a una mujer (Emily Blunt, su esposa en la vida real) criando a sus hijos. Esto puede parecer algo insignificante, pero no lo es en una industria donde muchas películas promueven la agenda homosexual.
- Vemos a una madre dando a luz en medio de un mundo postapocalíptico. Puede parecer una escena más, pero en una época en que “el duro mundo en el que vivimos” se usa como justificación para abortar, este momento cobra un significado especial.
- Vemos a padres enseñando valores a sus hijos, como la oración antes de comer.
- Vemos a un hijo que confía en que su padre vendrá a rescatarlo del peligro.
- Vemos a una hermana mayor que ama y cuida a su hermanito.
UN PADRE BUENO, PERO IMPERFECTO
Desde el principio hasta el final de la película, Lee Abbott (el personaje de Krasinski) se muestra como un padre bueno. En más de una ocasión lo vemos correr con todas sus fuerzas para proteger a sus hijos, trabajando incansablemente en el sótano para crear aparatos que permitan a su hija sorda escuchar. Y en una de las últimas escenas, se sacrifica por salvar a sus hijos de las criaturas alienígenas.
Aunque Lee es un padre bueno, también es un padre imperfecto:
Primero, al inicio de la película, una de las criaturas caza a quien hasta ese momento era su hijo más pequeño, Beau Abbott. Aunque Lee corrió con todas sus fuerzas para salvarlo, no pudo hacerlo.
Segundo, su relación con su hija Regan se ha visto afectada desde aquella tragedia. Regan siente que su padre ya no la ama, y no es hasta el momento de su muerte que Lee finalmente se expresa que siempre la ha amado.
La imperfección de Lee retrata a todos los padres terrenales –aunque no se manifieste de la misma manera–. Todos los padres terrenales son pecadores. Y aun cuando quieren muchas cosas buenas para sus hijos, no siempre pueden dárselas, porque están limitados por su humanidad. Pero ese no es el caso de Dios…
UN PADRE PERFECTO
Solo hay uno que es perfecto: Dios. Y todos los que nos hemos arrepentido de nuestros pecados y hemos creído en Jesús como nuestro Salvador y Señor tenemos el privilegio de llamarlo “Padre nuestro”. ¡Tenemos el mejor padre de todos!
No debemos dudar de Su amor por nosotros, y hay dos razones para eso:
Primero, porque Dios lo ha dicho claramente en Su Palabra. Aquí algunos ejemplos:
- “Ya que eres precioso a Mis ojos, digno de honra, y Yo te amo, entregaré a otros hombres en lugar tuyo, y a otros pueblos por tu vida” (Isaías 43:4).
- “Sean, pues, imitadores de Dios como hijos amados” (Efesios 5:1).
- “Miren cuán gran amor nos ha otorgado el Padre: que seamos llamados hijos de Dios. Y eso somos. Por esto el mundo no nos conoce, porque no lo conoció a Él” (1 Juan 3:1).
Segundo, porque Dios demostró Su amor al sacrificar a Su propio Hijo: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16).
En la película, el padre da su vida por sus hijos. ¿Por qué? Porque un buen padre ama tanto a sus hijos que prefiere morir antes que sus hijos mueran. Pero Dios nos amó tanto que entregó a Su único Hijo para darnos salvación. Como alguien dijo una vez, casi podríamos pensar que Dios nos ama más que al mismo Jesús. ¡Así de inmenso es Su amor!
Y a diferencia de Lee, que no pudo proteger a su hijo, Dios sí puede guardarnos de todo mal (Job 1:10). Y, a diferencia de los padres humanos que desean dar lo mejor pero no siempre pueden, Dios sí tiene el poder —y el deseo— de darnos lo mejor (Mateo 7:11).
Ahora, eso no significa que Él siempre nos librará del sufrimiento o que nos dará todo lo que deseamos. Pero sí significa que aun lo que nos duele y aun lo que no tenemos ha sido planeado por un Padre perfecto que nos ama y lo maneja para nuestro mayor bien. ¡Confiemos en Él!