Agradece a Dios.

Si el hombre (varón y hembra), aparte de la gracia de Dios, no es capaz de procurar y hacer las cosas de Dios que pertenecen a la salvación y en Satanás no hay nada bueno, entonces llegamos a la conclusión de que todo lo bueno que el hombre hace y recibe es causado por Dios. Eso es lo que nos enseña Santiago 1:17, que dice: “Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación”. Nota que el texto bíblico no dice: “algunas buenas dádivas y algunos dones perfectos”. Más bien, éste dice que toda buena dádiva y todo don perfecto desciende del Padre de las luces (i.e. Dios). “Dádiva” y “don” hacen referencia a un regalo que Alguien (Dios) da gratuitamente a otras personas que no lo merecen (nosotros). Es de Dios que procede toda buena dádiva, todo don perfecto, toda bendición.

Aunque es cierto que estas bendiciones son recibidas y disfrutadas principalmente por los hijos de Dios (aquellos que han creído en Jesucristo), En Su gracia común Él «es bueno para con todos, y su compasión es sobre todas sus obras». Aunque no todas Sus criaturas disfrutan del regalo de la regeneración, Dios abre Su «mano, y colma de bendición a todo ser viviente». La bondad de Dios es tan grande que Él bendice aun a los que no le agradecen (Lc. 17:11-19), pero que este no sea nuestro caso. La Palabra de Dios nos enseña que la gratitud a Dios es una respuesta apropiada a Sus bendiciones que a la vez le glorifica: Continuar leyendo Agradece a Dios.

Resoluciones de Jonathan Edwards.

Alrededor del 1722, Jonathan Edwards, pastor y teólogo protestante, elaboró 70 resoluciones cuya intención fue mover a Edwards (él mismo) a vivir una vida completamente para la gloria de Dios y el beneficio del resto de la humanidad. Edwards dijo:

“Estando consciente de que soy incapaz de hacer alguna cosa sin la ayuda de Dios, humildemente le ruego, que por Su gracia, me permita mantener estas resoluciones, en la medida en que éstas estén de acuerdo a Su voluntad, por la causa de Cristo”.

He aquí algunas de sus resoluciones:

  • #1. Resuelvo, que haré lo que piense que sea para la mayor gloria de Dios y para mi propio bien, ganancia y placer, en todo mi tiempo; no teniendo ninguna consideración del tiempo, ya sea ahora o nunca, ni por millares de edades desde hoy. Resuelvo, hacer todo lo que considere mi deber, sobre todo para el bien y la ganancia de la humanidad en general. Resuelvo, por tanto, hacerlo no importando las dificultades con que me encuentre, ni cuantas, ni cuán grandes que sean.
  • #2. Resuelvo, estar continuamente tratando de encontrar alguna nueva idea o invento para promover la cosas anteriormente mencionadas.
  • #5. Resuelvo, nunca perder ni un momento de tiempo, sino perfeccionarlo de la forma más provechosa que yo pueda.
  • #17. Resuelvo, que yo viviré así como hubiera deseado haberlo hecho cuando muera.
  • #20. Resuelvo, mantener la estricta sobriedad en el comer y el beber.
  • #24. Resuelvo, siempre que yo haga cualquier acción conspicua y maligna seguiré su rastro, hasta que llegue a la causa que la originó y entonces, me esforzaré cuidadosamente en no volver a hacerla y a pelear y a orar con toda mi fuerza en contra de la causa.
  • #39. Resuelvo, nunca hacer nada de lo cual yo tenga duda de su legalidad, esto es lo que trato, y al mismo tiempo, considerar y examinar después, si fuera legal o no; a menos que dudara yo mucho de la legalidad de la omisión.
  • #43. Resuelvo, nunca, de ahora en adelante, y hasta que yo muera, actuar como si me perteneciera a mi mismo, sino completamente y para siempre a Dios; ya que es agradable ser hallado así.
  • #52. Resuelvo, que viviré así como pienso que yo desearía haberlo hecho, suponiendo que viva hasta una edad avanzada.
  • #68. Resuelvo, confesarme francamente a mi mismo, todo lo que encuentro en mi ser ya sea enfermedad o pecado; y si ello fuera algo concerniente a la religión, también confesarle todo el asunto a Dios e implorarle que necesito su ayuda.

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Escudriñad.

«Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí» (Juan 5:39; RVR1960).

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