Thor: amor y [el error que muchos cometen]

Thor: amor y trueno es la cuarta película de superhéroes de Marvel Comics basada en el personaje de Thor (un “dios” del trueno asgardiano). En esta entrega, Thor se une a sus amigos Valkyrie y Korg, al igual que a su exnovia Jane Foster –quien asume el manto, los poderes y el martillo de Thor mientras tiene cáncer–, para evitar que Gorr el Carnicero de Dioses mate a todos los dioses.

EL AMOR

Como su título lo dice, esta película toca el tema del amor de principio a fin:

  • La película comienza con Gorr, quien carga a su hija a través del desierto para después verla morir. Esa muerte, junto al hecho de que su “dios” no hizo nada para salvarla, fue lo que movió a Gorr a buscar venganza matando a los dioses.
  • Durante la película, se cuenta que Thor y Jane se enamoraron. Sin embargo, por miedo a perder al otro, ellos construyeron muros entre sí. Cada uno se dedicó a salvar al mundo a su manera y la relación terminó… Aunque todavía se aman.
  • Ya casi al final, Jane usa el martillo una última vez para ayudar a Thor a vencer a Gorr. Y ella lo utilizó aun sabiendo que el martillo la dejaría sin fuerzas para luchar contra el cáncer.
  • Thor escoge quedarse con Jane los últimos minutos de vida de ésta en vez de detener a Gorr. Thor invita a Gorr a escoger el amor.
  • Al final Gorr, en vez de pedirle a Eternidad que mate a todos los dioses, le pide que resucite a su hija.

EL ERROR

Hay un error que muchos cometen al ver películas (o series) y es bajar la guardia, no tener un ojo crítico, no filtrar lo que vemos a través de la verdad de la Biblia, recibir todo lo que las películas nos ofrecen como si fuera entretenimiento inofensivo. Eso es muy peligroso.

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Mi oración por el día de las elecciones.

Soberano Señor de toda la creación,
te alabo, porque sólo Tú eres Dios, no hay otro.
Mientras nuestra nación se acerca
a las próximas elecciones presidenciales y congresuales,
te pido que perdones nuestros pecados
y que en esa abundante misericordia que Tú te deleitas en tener,
no nos pagues conforme a nuestras iniquidades.
He visto, hasta aquí, Tu gracia común en nuestra nación
y es mi ruego que esa gracia no mengüe, sino que aumente.
Que Tú nos dirijas a todos,
empezando por los que profesamos ser parte de tu pueblo,
a votar no motivados por un fanatismo ciego
o por tradiciones sin tomar en cuenta lo que promueven los candidatos.
Sino que, una vez examinadas las propuestas de los candidatos,
nos des sabiduría para votar bien.
Oh Dios, para tu propia gloria y por amor a tu pueblo,
deléitate en concedernos autoridades que gobiernen
con justicia para todos y con rectitud de acuerdo a tu Palabra.
Que Tú muevas sus corazones hacia lo que has revelado como “bueno”
y que les concedas corrección en todo lo que Tú llamas “malo”.
E independientemente de cuál sea el resultado de las elecciones
te damos gracias,
porque nuestro Salvador Jesucristo es Rey,
Él reina en sabiduría, en bondad y en poder,
y Su reino avanza hasta Su consumación
de manera imparable. En Su nombre, amen.

¿Debo votar? ¿Por quién? ¿Y si no gana?

En el artículo anterior dije que el único que acabará total y definitivamente con todos los males de nuestra sociedad es Jesucristo –no algún candidato político–. Sin embargo, aclaré que eso no significa que no ejerceremos el voto; sino que no pensaremos que aquel por quien votaremos es el Mesías o nuestro Salvador.

¿DEBO VOTAR?

Votar no es tan solo un derecho que tenemos como ciudadanos, sino también un deber. Y como cristianos Dios nos llama, a través de Su Palabra, a someternos a las autoridades que nos gobiernan:

“Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan; porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas. Por consiguiente, el que resiste a la autoridad, a lo ordenado por Dios se ha opuesto; y los que se han opuesto, sobre sí recibirán condenación” (Romanos 13:1, 2).

¿POR QUIÉN VOTAR?

La Biblia dice claramente que «no hay justo, ni aun uno» (Romanos 3:10). Ahora, eso no quiere decir que el hombre sin la gracia salvadora de Dios es tan malo como podría llegar a ser. Dios, en Su gracia común, refrena el pecado de los pecadores que no son cristianos para que no sea tan pecaminoso como podría ser. Sigue leyendo ¿Debo votar? ¿Por quién? ¿Y si no gana?

Agradece a Dios.

Si el hombre (varón y hembra), aparte de la gracia de Dios, no es capaz de procurar y hacer las cosas de Dios que pertenecen a la salvación y en Satanás no hay nada bueno, entonces llegamos a la conclusión de que todo lo bueno que el hombre hace y recibe es causado por Dios. Eso es lo que nos enseña Santiago 1:17, que dice: “Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación”. Nota que el texto bíblico no dice: “algunas buenas dádivas y algunos dones perfectos”. Más bien, éste dice que toda buena dádiva y todo don perfecto desciende del Padre de las luces (i.e. Dios). “Dádiva” y “don” hacen referencia a un regalo que Alguien (Dios) da gratuitamente a otras personas que no lo merecen (nosotros). Es de Dios que procede toda buena dádiva, todo don perfecto, toda bendición.

Aunque es cierto que estas bendiciones son recibidas y disfrutadas principalmente por los hijos de Dios (aquellos que han creído en Jesucristo), En Su gracia común Él «es bueno para con todos, y su compasión es sobre todas sus obras». Aunque no todas Sus criaturas disfrutan del regalo de la regeneración, Dios abre Su «mano, y colma de bendición a todo ser viviente». La bondad de Dios es tan grande que Él bendice aun a los que no le agradecen (Lc. 17:11-19), pero que este no sea nuestro caso. La Palabra de Dios nos enseña que la gratitud a Dios es una respuesta apropiada a Sus bendiciones que a la vez le glorifica: Sigue leyendo Agradece a Dios.