Thor: amor y [el error que muchos cometen]

Thor: amor y trueno es la cuarta película de superhéroes de Marvel Comics basada en el personaje de Thor (un “dios” del trueno asgardiano). En esta entrega, Thor se une a sus amigos Valkyrie y Korg, al igual que a su exnovia Jane Foster –quien asume el manto, los poderes y el martillo de Thor mientras tiene cáncer–, para evitar que Gorr el Carnicero de Dioses mate a todos los dioses.

EL AMOR

Como su título lo dice, esta película toca el tema del amor de principio a fin:

  • La película comienza con Gorr, quien carga a su hija a través del desierto para después verla morir. Esa muerte, junto al hecho de que su “dios” no hizo nada para salvarla, fue lo que movió a Gorr a buscar venganza matando a los dioses.
  • Durante la película, se cuenta que Thor y Jane se enamoraron. Sin embargo, por miedo a perder al otro, ellos construyeron muros entre sí. Cada uno se dedicó a salvar al mundo a su manera y la relación terminó… Aunque todavía se aman.
  • Ya casi al final, Jane usa el martillo una última vez para ayudar a Thor a vencer a Gorr. Y ella lo utilizó aun sabiendo que el martillo la dejaría sin fuerzas para luchar contra el cáncer.
  • Thor escoge quedarse con Jane los últimos minutos de vida de ésta en vez de detener a Gorr. Thor invita a Gorr a escoger el amor.
  • Al final Gorr, en vez de pedirle a Eternidad que mate a todos los dioses, le pide que resucite a su hija.

EL ERROR

Hay un error que muchos cometen al ver películas (o series) y es bajar la guardia, no tener un ojo crítico, no filtrar lo que vemos a través de la verdad de la Biblia, recibir todo lo que las películas nos ofrecen como si fuera entretenimiento inofensivo. Eso es muy peligroso.

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La ocasión en la que Jesús “no quiso” sanar a alguien.

En el evangelio según Mateo se nos dice que Jesús comenzó su ministerio público enseñando, proclamando el evangelio y sanando. También se nos dice que traían a Él todos los que estaban enfermos, los endemoniados, epilépticos y paralíticos, y Él los sanaba (4:23, 24).

Pero en el mismo evangelio según Mateo nos topamos con un relato peculiar. En este relato Jesús parece no querer sanar a alguien que lo necesita y lo pide. Dije “parece”, porque al final Jesús otorga lo que se le pide. Y la “demora” de Jesús en responder no debe ser entendida como que le torcieron el brazo para que hiciera algo que Él no quería hacer. Más bien, Jesús tenía un propósito –y uno bueno– con esta “demora”.

Leamos el relato bíblico:

“Saliendo Jesús de allí, se retiró a la región de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea que había salido de aquella región, comenzó a gritar: «Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí; mi hija está terriblemente endemoniada». Pero Él no le contestó nada. Y acercándose Sus discípulos, le rogaban: «Atiéndela, pues viene gritando tras nosotros». Y Jesús respondió: «No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel». Pero acercándose ella, se postró ante Él, diciendo: «¡Señor, ayúdame!». Y Él le dijo: «No está bien tomar el pan de los hijos, y echárselo a los perrillos». Ella respondió: «Sí, Señor; pero también los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos». Entonces Jesús le dijo: «Oh mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas». Y su hija quedó sana desde aquel momento” (Mateo 15:21-28).

La mujer cananea le pide a gritos a Jesús que tenga misericordia, pues su hija estaba endemoniada. El relato nos dice que Jesús no le contesta nada. Por la petición de los discípulos a Jesús podemos saber que, a pesar del silencio de Jesús, la mujer sigue pidiendo a gritos misericordia.

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