Éste es el tercer artículo sobre la advertencia pertinente que encontramos en 1 Juan 5:21, en este versículo se dice: “Hijos, guardaos de los ídolos”. He definido a un ídolo como toda aquella persona, cosa o estado que, no siendo el único Dios verdadero, hemos sentado en el trono de nuestro corazón. Y, por lo tanto, le damos más importancia y deseamos más que a Dios.
Antes de “destronar” a un ídolo de nuestro corazón es necesario identificarlo. E identificar a un ídolo puede ser una tarea complicada, que requiere cuidado y habilidad. Porque alegrarnos debido a que tenemos a alguien o algo, o entristecernos debido a que perdimos a alguien o algo no es necesariamente indicación de idolatría en el corazón. Por lo tanto, oremos a Dios para que nos muestre si hay idolatría en nuestro corazón. Al mismo tiempo, consideremos algunas maneras en las cuales podemos identificar los ídolos en nuestro corazón:
- «Entonces, ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios» (1 Corintios 10:31). Hay idolatría en tu corazón si deseas a esa persona, esa cosa o ese estado aun sabiendo que Dios no será glorificado.
- «Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mateo 6:33). Hay idolatría en tu corazón si buscas a esa persona, esa cosa o ese estado a costa de tu relación con Dios.
- «Y adelantándose un poco, cayó sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras» (Mateo 26:39). Hay idolatría en tu corazón si tus deseos se convierten en demandas y no quieres que al final sea hecha la voluntad de Dios.
- «Pero viendo David que sus siervos susurraban entre sí, comprendió que el niño había muerto, y dijo a sus siervos: ¿Ha muerto el niño? Y ellos respondieron: Ha muerto. Entonces David se levantó del suelo, se lavó, se ungió y se cambió de ropa; entró en la casa del Señor y adoró. Después vino a su casa y cuando pidió, le pusieron comida delante y comió» (2 Samuel 12:19, 20). Hay idolatría en tu corazón si continúas aferrándote a eso que Dios claramente te ha negado.
- «Pues aunque conocían a Dios, no le honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido” (Romanos 1:21). Hay idolatría en tu corazón si te enfocas de tal manera en los regalos que no puedes ver al Dador de éstos.
- «Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. El Señor dio y el Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor» (Job 1:21). Hay idolatría en tu corazón si no puedes bendecir a Dios en medio de la pérdida de esa persona, esa cosa o ese estado.
- «Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocijaos!» (Filipenses 4:4). Hay idolatría en tu corazón si crees que serás feliz únicamente con la presencia de esa persona o la obtención de esa cosa o ese estado; y que sin (o ante la pérdida de) esto no hay razón para seguir viviendo.
- «Y Dios dijo: Toma ahora a tu hijo, tu único, a quien amas, a Isaac, y ve a la tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré» (Génesis 22:2). Hay idolatría en tu corazón si no estás dispuesto a “sacrificar”, si Dios te lo pidiera, a esa persona, ese algo o ese estado.
La buena noticia es que hay perdón en Jesucristo para todos los que hayan cometido este pecado, pero se arrepienten y confían en Él. Además, Dios no nos abandonó a nuestra propia fuerza –que es débil–. Él está obrando en nuestro corazón y no se detendrá hasta que seamos perfectos (Flp. 1:6). Por lo tanto, en dependencia de Su Espíritu, destronemos todo ídolo de nuestro corazón; sabiendo que sólo hay un Dios verdadero y que sólo Él es vida eterna para nosotros (1 Jn. 5:20).