Doctor Strange y la idolatría.

Doctor Strange en el multiverso de la locura tiene lugar unos meses después de los eventos de WandaVision y de Spider-Man: Sin camino a casa. De todo el Universo Cinematográfico de Marvel, pienso que ésta es la película que más muestra magia oscura u ocultismo y terror hasta la fecha.

En esta película Doctor Strange trata de salvar a América Chávez (una adolescente que tiene el poder de viajar a través del multiverso) de múltiples amenazas, entre ellas están un par de demonios que la persiguen. No pasa mucho tiempo para que Strange se da cuenta de que Wanda (quien ha sido corrompida por el Darkhold y ahora es La Bruja Escarlata) es la responsable de los ataques.

Wanda quiere poseer los poderes de América para viajar a través del multiverso y así poder reunirse con Billy y Tommy, los hijos que ella creó en Westview (los cuales no existen en su universo). Pero, ¿a qué costo?

Wanda quiere los poderes de América, aun si eso significa matar a ésta última. De hecho, al Strange negarse a entregar a la adolescente, Wanda lo ataca tanto a él como al Kamar-Taj y mata a muchos hechiceros. Reunirse con sus hijos se convirtió en su obsesión. Y si tenía que destruir todo el universo para que su sueño se hiciera realidad, ello lo haría.

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¿Qué hace al Dios de la Biblia único?

Miqueas de Moreset, movido por Dios, profetizó contra la rebelión y el pecado de Samaria y Jerusalén. El juicio de Dios hacia ellos vendría a través de Babilonia y Asiria. Algunos de los pecados que se mencionan en el libro son:

  • idolatría (“Todos sus ídolos serán destrozados, y todas sus ganancias serán quemadas por el fuego. Destruiré todas sus imágenes”, 1:7);
  • saqueo de propiedades (“Codician campos y se apoderan de ellos, codician casas y las toman. Roban al dueño y a su casa, al hombre y a su heredad”, 2:2, 9);
  • injusticia por parte de los jefes del pueblo (“Oigan ahora, jefes de Jacob y gobernantes de la casa de Israel. ¿No corresponde a ustedes conocer la justicia?
    Ustedes que aborrecen lo bueno y aman lo malo, que le arrancan al pueblo la piel de encima y la carne de sobre sus huesos;ustedes que comen la carne de mi pueblo, les quitan su piel, quiebran sus huesos, y los hacen pedazos como para la olla, como carne dentro de la caldera”, 3:1-3; 9-10);
  • sacrificios sin verdadero arrepentimiento (“¿Se agrada el Señor de millares de carneros, de miríadas de ríos de aceite? ¿Ofreceré mi primogénito por mi rebeldía, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?”, 6:6-7);
  • engaño en los negocios (“¿Hay todavía alguien en casa del impío
    con tesoros de impiedad y medida escasa que es maldita? ¿Puedo justificar balanzas falsas y bolsa de pesas engañosas?”, 6:10-12).

Y en el último capítulo el profeta se lamenta tanto por el pecado de ellos como por el juicio que Dios trae. El reconoce que el juicio de Dios es justo. Pero también tiene esperanza de que Dios mostrará su favor hacia ellos:

“¿Qué Dios hay como Tú, que perdona la iniquidad y pasa por alto la rebeldía del remanente de su heredad? No persistirá en Su ira para siempre, porque se complace en la misericordia. Volverá a compadecerse de nosotros, eliminará nuestras iniquidades. Sí, arrojarás a las profundidades del mar todos nuestros pecados” (Miqueas 7:18, 19).

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Gracia en tiempos difíciles.

Al igual que el tiempo difícil en el que los cristianos vivimos hoy, “Daniel y sus amigos vivían en un ambiente hostil en el que su lealtad fundamental a Dios fue muy probada… El libro de Daniel es alentador ya que ofrece un retrato de cómo se ve la fidelidad en tales situaciones. Nos recuerda que la fidelidad a Dios es nuestro deber gozoso, sin importar lo que pueda resultar” (ESV Study Bible).

El rey Nabucodonosor, después de sitiar Jerusalén, mandó a traer algunos israelitas. “Entre estos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de los hijos de Judá. Entonces el jefe de oficiales les puso nuevos nombres: a Daniel le puso Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed Nego” (Daniel 1:6, 7).

Lo que pasó allí fue más que el cambio de nombres lindos por nombre feos. Esos nuevos nombres tampoco eran la transliteración a la lengua de los caldeos de estos nombres hebreos. Los nuevos nombres que les pusieron a estos jóvenes eran nombres de dioses babilonios (Dn. 4:8): A Daniel (“Dios es mi juez”) le pusieron Beltasar (“Bel protege al rey”), a Ananías (“Dios es misericordioso”) le pusieron Sadrac (“mandato de Aku”), a Misael (“¿Quién es como Dios?”) le pusieron Mesac (“¿Quién es como Aku?”) y a Azarías (“El Señor es mi ayuda”) le pusieron Abed-nego (“siervo de Nego”).

Una nueva tierra, un nuevo idioma, nuevo alimento, nuevas ideologías, nuevos nombres. Ellos estaban intentando lavarles el cerebro a estos jóvenes y convertirlos a la religión de los babilonios (cuyos dioses eran falsos). Y esta es la razón por la que el rey mandó a buscar a jóvenes para esto: los jóvenes son más fáciles de influenciar. Es cierto que no todo lo que les enseñaron era opuesto a Dios (p. ej. Las letras y la lengua de los caldeos), pero no es descabellado pensar que en la crianza que le darían por tres años habían cosas que eran opuestas a Dios.

Eso sigue pasando hoy en día con las películas que está produciendo Hollywood, con las series que Netflix está lanzando, con los videos que se publican en Youtube, con las letras de las canciones que se están escribiendo, con las series para niños que Disney transmite, con la legalización de anti-valores. Y los padres tienen que saber que sus hijos son los principales objetivos del mundo.

“Misael, no exageres, eso no es tan así” –alguien podría decir–. Pero, déjame decirte que, como maestro, yo ha escuchado a mis estudiantes (que van de 11 a 17 años) decir que cuando no se acepta que alguien tenga atracción por el mismo sexo se le está discriminando, a otro decir que abortar a un bebe es una opción y a otro decir que el matrimonio es algo de la antigüedad y que no hay nada malo en “estar con alguien” sin casarte. El mundo no quiere que los cristianos adoctrinen a sus hijos, pero ellos están adoctrinando a los tuyos. El mundo está haciendo su trabajo, ¿y tú qué estás haciendo?

Esto fue lo que hizo Daniel: “Pero Daniel se propuso en su corazón no contaminarse con los manjares del rey ni con el vino que él bebía, y pidió al jefe de oficiales que le permitiera no contaminarse” (Dn. 1:8). Con esta decisión, Daniel estaba diciendo que su lealtad a Dios estaba por encima de todo lo demás y que el Dios de Israel es el Dios verdadero y no los dioses de Babilonia. Y si Daniel y sus amigos no se contaminaron en eso, podemos estar seguros que tampoco se contaminó en otras maneras.

¿Qué pasó después de eso? “Dios concedió a Daniel hallar favor y gracia ante el jefe de oficiales… Después de los diez días el aspecto de ellos parecía mejor y estaban más rollizos que todos los jóvenes que habían estado comiendo los manjares del rey” (vv. 9, 15). Aquellos que sinceramente quieren agradar a Dios en un mundo que los presiona para que se conformen a éste último, pueden pedir y esperar la gracia de Dios que los libra del mal y/o les da todo lo que ellos necesitan para honrarlo.