Al final de Lucas 10 se relata como Jesús entró en una aldea y visitó la casa de Marta y María (hermana de ella). Mientras María es descrita como aquella «que sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra» (v. 39); Marta es descrita como aquella que «se preocupaba con todos los preparativos» (v. 40). Cuando Marta le dice a Jesús que le diga a su hermana que la ayudara, Jesús le responde: “Marta, Marta, tú estás preocupada y molesta por tantas cosas; pero una sola cosa es necesaria, y María ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada” (vv. 41, 42).
¿Es importante hacer las tareas domésticas? ¡Claro! ¿En dónde, entonces, está el problema? El problema no es que Marta está haciendo las tareas domésticas, sino que se preocupa exageradamente y trabaja excesivamente. Esto, al mismo tiempo, lleva a Marta a enfocarse de tal manera en las cosas que la distrae de la persona más importante –Jesús–. El querer hacer las muchas tareas domésticas (que es importante) ha hecho que Marta descuide en ese momento su relación con Jesús (que es lo más importante). Para ponerlo en las palabras de Mateo 6: Marta está tan afanada con las añadiduras que descuidó el reino de Dios y su justicia.
Pero Jesús dice que una cosa es necesaria –ésta es nuestra principal necesidad–: una relación personal con el Salvador y Señor Jesús, en la cual frecuentemente hablamos con Él (a través de la oración) y Él nos habla (a través de Su Palabra). Esa es la buena parte que nunca será quitada ni a María ni a ninguno de aquellos que la escogen.
CONCLUSIÓN
A las amas de casa: hacer las tareas domésticas no es pecado; pero afanarse al hacerlas y descuidar tu relación con el Señor sí lo es. Cuídate de que tal cosa suceda.
A los que ministran como pastores, diáconos, predicadores, etc.: es muy probable que Marta estuviera trabajando para [que fuera agradable la estancia de] Jesús. Sin embargo, Jesús le dijo que ella había descuidado esa sola cosa que es necesaria. Recuerdo a un predicador decirle a un grupo de recién graduados del seminario que Jesús está más interesado en el trabajo que hacemos con Él que en el trabajo que nosotros hacemos por Él. Trabajar para el Señor no está mal, pero éste debe ser el resultado de nuestra relación con Él (en la cual oramos y estudiamos la Palabra no sólo para otros, sino también para nosotros mismos). Cuídate de enfocarte tanto en el ministerio que haces que te distraigas del Señor para el cual ministras.