En Lucas 17:36-50 se relata como una mujer pecadora, desde un corazón lleno de amor por Jesús debido al perdón que había recibido de Él, regó los pies de Jesús con sus lágrimas, los secó con sus cabellos y los ungió con perfume. Jesús, entonces, pasa a decir públicamente: “Y a ella le dijo: Tus pecados han sido perdonados… Pero Jesús dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vete en paz” (vv. 48, 50). Esta mujer pecadora había sido salvada y sus pecados habían sido perdonados, podía ahora irse en paz.
¿No nos gustaría tener a la persona misma de Jesús diciéndonos a nosotros que nuestros pecados han sido perdonados? Sin duda alguna tendríamos paz si Jesús estuviera en persona diciéndonos a nosotros que a pesar de que nuestros pecados son muchos, todos ellos han sido perdonados por Su obra a nuestro favor.
Así hemos pensado algunos de nosotros, pero la verdad es que podemos experimentar esa paz aun sin tener a Jesús en persona frente a nosotros hoy. ¿Por qué? Porque la Biblia que tenemos es la Palabra de Dios mismo y a través de ella Dios nos habla a nosotros (2 Timoteo 3:16, 17). John Calvino dijo: “Toda la Escritura debe ser recibida como si Dios, apareciendo visiblemente en persona y en toda Su majestad, estuviera hablando”.
Así que, si te has arrepentido de tus pecados y has confiado en Jesucristo como Salvador y Señor, tú puedes experimentar la misma paz que experimentó la mujer pecadora al ser perdonada de sus muchos pecados. Y cada vez que leas un pasaje bíblico como ese recuerda que es Dios mismo quien está hablándote a ti. Que el Espíritu Santo nos convenza más y más de esta verdad.