Bendecir a Dios significa decir cosas buenas acerca de Dios. Pero cuando decimos cosas buenas acerca de Dios no lo hacemos buscando que Dios luzca como alguien que Él no es, sino que reconocemos todo lo que Dios realmente es –el ser en el cual sólo encontramos gloria, hermosura, excelencia y virtud.
Una vez dicho eso, quiero que veamos tres verdades acerca de la alabanza a partir de los primeros versículos de Salmos 103:
1. ES DIRIGIDA A DIOS
“Bendice, alma mía, al Señor” (v. 1a).
Esta es la verdad más obvia y más esencial de la alabanza: la alabanza es dirigida sólo a Dios. Eso quiere decir que la alabanza no va dirigida ni al líder de adoración ni a la congregación. La alabanza es acerca de Dios y para Dios.
2. ES CON TODO NUESTRO SER
“y bendiga todo mi ser su santo nombre” (v. 1b).
En algunas iglesias locales la alabanza a Dios parece ser solamente intelectual (i.e. Teología fría). En otras iglesias locales la alabanza a Dios parece ser solamente emocional (i.e. emocionalismo o emociones sin fundamento). Pero según el salmista (inspirado por Dios) la alabanza a Dios no debe ser con una parte de nuestro ser, sino con todo nuestro ser (intelecto, emociones y voluntad). Alguien dijo que la adoración (dentro de la cual está la alabanza) es la respuesta de todo nuestro ser a todo lo que Dios es.
3. ES IMPULSADA POR UNA MEDITACIÓN EN SUS BENEFICIOS
“y no olvides ninguno de sus beneficios” (v. 2b).
Es lícito alabar a Dios por la salud (v. 3b), la protección física (v. 4a), etc. Pero también la alabanza a Dios es impulsada por una meditación en los beneficios que tenemos en Jesucristo como el perdón de pecados (v. 3a), la promesa segura de que seremos resucitados y que tendremos cuerpos glorificados, entre otros beneficios espirituales y eternos. Y la Palabra de Dios es útil para enseñarnos tales beneficios.
Nuestro Dios es digno de mucho más que una alabanza fría y distante. Nuestro Dios es digno de mucho más que palabras lindas desconectadas del corazón. Nuestro Dios es digno de la más excelente alabanza con todo nuestro ser. Trae a tu mente los beneficios que has recibido de Dios. Deja que tus emociones se calienten a la luz de la Palabra de Dios. Y alaba.