Ryle sobre “Diferencia entre justificación y santificación”.

¿EN QUÉ SENTIDO, PUES, SON IGUALES LA JUSTIFICACIÓN Y SANTIFICACIÓN?

(a) Ambas proceden originalmente de la gracia de Dios. Es únicamente por su gracia que el creyente es justificado o santificado.

(b) Ambas son parte de la gran obra de salvación que Cristo, en el pacto eterno, ha realizado para bien de su pueblo. Cristo es la fuente de vida, de la cual fluyen, tanto el perdón como la santidad. La raíz de cada una es Cristo.

(c) Ambas están en una misma persona. Aquellos que son justificados, siempre son santificados y aquellos que son santificados, son siempre justificados. Dios ha unido en una sola persona la justificación y la santificación, y no pueden ser separadas.

(d) Ambas comienzan al mismo tiempo. El momento en que una persona comienza a ser una persona justificada, comienza también a ser santificada. Quizá no lo perciba, pero ésta es la realidad.

(e) Ambas son necesarias para la salvación. Nadie ha llegado al cielo sin un corazón renovado, al igual que perdonado; sin la gracia del Espíritu, al igual que la sangre de Cristo; sin idoneidad para la gloria eterna, al igual que un título. Una es tan necesaria como la otra.

Estos son los puntos en que coinciden la justificación y santificación.

CONSIDEREMOS AHORA LO OPUESTO Y VEAMOS EN QUÉ SENTIDO DIFIEREN

(a) La justificación, es Dios declarando justos a aquellos que reciben a Cristo, basándose en que la justicia de Cristo es imputada a la cuenta de aquellos que lo reciben. La santificación es, de hecho, hacer justo al hombre en su interior, aunque sea en un grado muy débil.

(b) La justicia que tenemos para nuestra justificación no es nuestra, sino que es la eterna y perfecta justicia de nuestro gran Mediador Cristo, que nos es imputada y de la cual nos apropiamos por fe. La justicia que tenemos por santificación es nuestra propia justicia, impartida, inherente y realizada en nosotros por el Espíritu Santo, pero mezclada con debilidades e imperfecciones.

(c) En la justificación, nuestras propias obras no tienen nada que ver y una fe sencilla en Cristo es lo único necesario. En la santificación nuestras propias obras son de suma importancia y, por eso, Dios nos insta a luchar, a velar, orar, esforzarnos, luchar y trabajar.

(d) La justificación es una obra terminada y completa, y el hombre es justificado perfectamente en el instante cuando cree. La santificación, comparativamente, es una obra imperfecta y nunca será perfecta hasta que lleguemos al cielo.

(e) La justificación no incluye crecimiento ni aumento: El hombre es justificado en la hora cuando inicialmente acude a Cristo por fe, tal como lo será por toda la eternidad. La santificación es, principalmente, una obra progresiva e incluye un crecimiento y aumento continuo durante toda la vida.

(f) La justificación se refiere, en especial, a nuestra persona, nuestra posición ante los ojos de Dios y nuestra liberación de culpa. La santificación se refiere, en especial, a nuestra naturaleza y la renovación moral de nuestro corazón.

(g) La justificación nos da el derecho al cielo y la valentía para entrar en él. La santificación es el proceso que se inicia con la justificación y nos va preparando para ir al cielo, y a disfrutarlo cuando moremos en él.

(h) La justificación es el acto en el que la justicia de Cristo se imputa al creyente y no es fácil que otros la disciernan. La santificación es la obra de Dios dentro de nosotros y, porque su manifestación es externa, no puede esconderse de la vista de los demás.

Este artículo es un extracto tomado de: J. C. Ryle. La santidad, pp. 12, 13. Traducción de Chapel Library.

Publicado por

Misael Susaña

Misael Susaña nació en República Dominicana, fue salvado a la edad de trece años y actualmente es uno de los pastores de Iglesia Fundamento Bíblico. Es también maestro de Inglés. Estudió Teología Sistemática en la Academia de la Gracia (Reformed Baptist Seminary) y ha participado en varios diplomados. Desde el 2008, ha publicado regularmente artículos bíblicos en su blog (gustadaDios.com). Misael, teniendo en mente Salmos 34:8, prefiere describirse a sí mismo como un «Catador de la bondad de Dios y feliz promotor de ésta; para Su gloria y el beneficio [en Él] del creyente».

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