Hay una canción muy popular, lanzada en el año 2009, que dice lo siguiente en sus primeras líneas: “Como si fuera mi último día / voy a vivir en la vida”. Posiblemente tú la hayas cantado. Pero, ¿vivimos con la consciencia de que hoy puede ser nuestro último día? ¿Vives tú con esa consciencia?
En la última parte del capítulo 4 de la carta de Santiago, el autor dirige su atención a los dueños de negocios que dicen: “Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad y pasaremos allá un año, haremos negocio y tendremos ganancia” (v. 13). Sin embargo, la exhortación de Santiago es aplicable a todos nosotros también.
La razón por la cual no deberíamos hablar de esa manera se da en el siguiente versículo: “no sabéis cómo será vuestra vida mañana. Solo sois un vapor que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece” (v. 14). Santiago (inspirado por Dios) dice que nuestra vida es como un vapor o la niebla. ¿Y cómo es la niebla? Es efímera, aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece. No sabemos lo que pasará con nosotros mañana. Tal vez, al momento de escribir esto, Santiago estaba pensando en Proverbios 27:1 que dice: “No te jactes del día de mañana, porque no sabes qué traerá el día”.
En el versículo 15, Santiago pasa a enseñarnos la manera correcta de hablar –y de vivir–. Esa es: “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello”. El llamamiento aquí es a vivir reconociendo que si algo ha de pasar –desde lo más pequeño hasta lo más grande–, primero debe ser querido por Dios. Todo evento está condicionado a la soberana voluntad de Dios.
Ahora, este pasaje bíblico no está prometiendo que si iniciamos o concluimos nuestro hablar con un “si Dios quiere”, todos nuestros planes se cumplirán. Si los planes que teníamos no se cumplieron –a pesar de haber dicho “si Dios quiere”–, simplemente pasó eso: Dios no quiso. Y la voluntad de Dios siempre es perfecta.
En los versículos finales se le llama pecado a la jactancia o arrogancia de la cual hemos estado hablando: “Pero ahora os jactáis en vuestra arrogancia; toda jactancia semejante es mala. A aquel, pues, que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado” (vv. 16, 17). El pecado no está en hacer planes futuros, sino en hacer planes sin reconocer a Dios; como si nosotros fuéramos los soberanos y no Dios.
Si nuestra vida es como la niebla que se desvanece y todo pasa si Dios quiere, entonces eso quiere decir que Dios ha querido que tú, que estás leyendo esto, estés vivo en este día. Y por eso debemos estar profundamente agradecidos. No demos por sentado un día más de vida. Muchos habían hecho planes para hoy y no están aquí, pero Dios ha querido que tú sí lo estés.
Si nuestra vida es como la niebla que se desvanece, entonces lo más urgente e importante que puedes hacer mientras estás vivo es estar bien con Dios. ¿Estás seguro de que estás bien con Dios y que si mueres hoy Dios te recibirá en el cielo con brazos abiertos? La Biblia nos dice que, después de la caída, el hombre (varón y hembra) por defecto es enemigo de Dios. Y Dios está airado contra él. Pero Dios envió a Jesús al mundo y lo trató como el más vil pecador para que los pecadores como tú y como yo podamos ser tratados como los más obedientes. Y ahora nos ofrece ser reconciliados con Él si nos arrepentimos de todos nuestros pecados y confiamos en Jesús como suficiente Salvador y único Señor (2 Corintios 5:18-21).