¿Por qué no reescribimos las estrellas?

“Rewrite the stars” [Reescribir las estrellas] es una canción interpretada por Zac Efron y Zendaya, que forma parte de la banda sonora de la película “El gran showman”. Con esta canción Phillip Carlyle (Zac Efron) busca convencer a Anne Wheeler (Zendaya) de que ellos pueden estar juntos a pesar de los obstáculos en su camino.

La primera estrofa y el coro de la canción dicen:

“Sé que te quiero;
no es algo que hay que ocultar.
Sé que me quieres;
no digas que nada hay que hacer.
Crees que jamás pasará
y que el destino te arrastra más;
no te puedo alcanzar.
Pero estás en mi interior
y ¿quién me puede negar si yo
me siento así por ti?

Hay que la historia cambiar;
que somos tal para cual.
Nada nos va a separar,
eres a quien yo debía hallar.
Es tu elección y es mi elección;
no hay quien nos diga la dirección.
¿Por qué no la historia cambiar?
El mundo, un día, de los dos será” (Trad.: Aki Chan).

Básicamente, Phillip cree que el destino de las personas no está escrito y que cada quien lo escribe. Él siente y está determinado a que su destino sea estar con Anne.

Cuando vamos a la Palabra de Dios nos damos cuenta de que Phillip está equivocado, el destino sí está escrito. La Biblia nos enseña que, desde la eternidad pasado, Dios ha planeado absolutamente todo lo que pasará en el tiempo y así pasará inalterablemente: “Acordaos de las cosas anteriores ya pasadas, porque yo soy Dios, y no hay otro; yo soy Dios, y no hay ninguno como yo, que declaro el fin desde el principio y desde la antigüedad lo que no ha sido hecho. Yo digo: «Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré»” (Isaías 46:9, 10).

Este decreto de Dios incluye eventos buenos y malos (Is. 45:7), actos pecaminosos –aunque Dios no es el autor del pecado– (Hch. 2:23), actos libres de los hombres (Pr. 16:1), detalles de tu vida como tu apariencia y personalidad (Sal. 139:16) y el lugar en donde vives (Hch. 17:26). Y si el decreto de Dios es tan minucioso, su plan sin duda incluye la persona con la que vas a casarte. Es interesante que Jesús no habla del matrimonio como dos personas que se unen, sino como “lo que Dios ha unido” (Mt. 19:6).

Ahora, lejos de eso ser una mala noticia para los cristianos, eso es una magnífica noticia para nosotros. Nuestro destino no está dirigido por una fuerza impersonal en alguna parte del universo, tampoco por seres humanos sujetos a debilidad y pecado. Nuestro destino está dirigido por las manos del Dios personal, quien en Jesucristo hace todo para Su gloria y el bien de los Suyos. En Su suprema bondad, Él quiere lo mejor para nosotros. En Su incomparable sabiduría, Él sabe cuál es el mejor medio para alcanzar lo mejor para nosotros. Y en Su infinito poder, Él tiene todo lo que se necesita para darnos lo mejor.

Si pudieras reescribir las estrellas –si pudieras cambiar tu destino–, ¿lo harías? Si lo pudieras hacer, no harías más que estropear el perfecto plan de Dios. Y no es nada sabio insistir en que Aquel que es perfecto en todos Sus atributos se someta a hacer la voluntad de seres imperfectos.

En la segunda parte de este artículo consideraremos, a la luz de la Biblia, la respuesta que Anne le da a Phillip.

1ra parte; 2da parte