Hay un sentido en el cual podemos decir que sí, todos los pecados son iguales para Dios: absolutamente todo pecado merece el castigo eterno.
En Levítico 4 encontramos cual era la ley de Dios para los pecados inadvertidos o cometidos por error. Y lo que me llama la atención de este capítulo es que aunque éstos son inadvertidos o cometidos por error (v. 13), aun así Dios les sigue llamando “pecados”. Y el hecho de que tengan que ofrecerse sacrificios es prueba de que esos pecados merecen castigo.
En Mateo 5 Jesús contrasta una interpretación superficial de la ley de Dios con la interpretación verdadera de la ley de Dios. Jesús dice que aquel que mira y codicia a alguien que no es su cónyuge adultera en su corazón (v. 27). “¡Pero ni siquiera me he acostado con esa otra persona!” –alguien podría objetar–. Pero Jesús insiste y dice que esa clase de adúlteros son merecedores del infierno (v. 30).
No hay pecado tan “pequeño” que Dios, en Su justicia, pueda simplemente ignorar.
Hay otro sentido en el cual podemos decir que no, no todos los pecados son iguales para Dios: hay pecados que serán castigados más severamente.
En Juan 19:11 Jesús le dice a Pilato: “el que me entregó a ti tiene mayor pecado”. El que Pilato hiciera que Jesús, un hombre inocente, fuera crucificado era un pecado –aunque él se lavara las manos–. Pero que Judas, quien anduvo con Jesús por tres años, lo traicionara era un mayor pecado.
En Mateo 11:20-24 Jesús denuncia a ciudades en las que Él había hecho muchos de Sus milagros y, aún así, no se habían arrepentido: “en el día del juicio será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón que para [Corazín y Betsaida]… en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma que para [Capernaúm]”. Nótese que Jesús no dice que Tiro, Sidón y Sodoma no serán castigadas por sus pecados; pero sí dice que el castigo para esas ciudades será más tolerable.
Mientras más conocimiento o privilegios tenga el pecador impenitente, más severo será su castigo (véase también Lucas 12:47).
En resumen: todo pecado merece castigo, pero hay ciertos pecados que serán castigados más severamente.
La esperanza para los pecadores no está en el hecho de que algunos han cometido pecados “pequeños” en comparación a los pecados de otros. Recordemos que todo pecado merece el castigo eterno. Y nada menos que eso. La esperanza para los pecadores está en Jesús, para quien no hubo pecado tan ligero que Él pasara por alto ni pecado tan serio que Él no pagara en la cruz.