La Mujer Maravilla es una superheroína ficticia de DC Comics. Diana de Temiscira es una princesa guerrera amazona con superpoderes, hija de la reina Hipólita y del dios Zeus. Y en el 2017 se lanzó la película Wonder Woman, dirigida por Patty Jenkins, la cual relata cómo después de que el avión de Steve Trevor se estrellara en la costa de la isla de las amazonas, la princesa Diana fue con él para matar a Ares (el dios de la guerra) y así acabar con la Primera Guerra Mundial.
TODOS SOMOS CULPABLES
Casi al final de la película Diana se lleva un par de sorpresas. Al matar a Erich Ludendorff, quien ella pensaba que era Ares, Diana ve sorprendida que los hombres no dejan de pelear. Steve Trevor entonces le explica que “las personas no siempre son buenas. Con Ares o sin Ares. Tal vez es lo que son… Todos somos culpables”.
Después, ella se encuentra frente a frente con el verdadero Ares y éste último le dice que los seres humanos “siempre han sido y siempre serán débiles, crueles, egoístas y capaces de los peores horrores”. Y agrega: “durante todos estos años he luchado solo, susurrando en sus oídos ideas, inspiración, para crear fórmulas, armas. Pero no los obligo a usarlas. Ellos provocan sus guerras”.
Esa es una triste verdad que muchos no están dispuestos a admitir. La Biblia dice: “Dios hizo rectos a los hombres, pero ellos se buscaron muchas artimañas” (Ecl. 7:29). Tras la desobediencia de Adán en el jardín del Edén y la entrada del pecado al mundo, el “SEÑOR ha mirado desde los cielos sobre los hijos de los hombres para ver si hay alguien que entienda, alguien que busque a Dios. Pero todos se han desviado, a una se han corrompido; no hay quien haga el bien, no hay ni siquiera uno” (Sal. 14:2, 3). Y eso no quiere decir que las personas son tan malas como pueden serlo, por la gracia común de Dios eso no es así. Sin embargo, si El retirara esa gracia, veríamos como las personas son “capaces de los peores horrores”.
Santiago 1 dice que cuando somos tentados no deberíamos decir que es Dios quien nos está tentando. Pero para sorpresa de muchos Santiago tampoco dice que deberíamos decir que es Satanás quien nos está tentando –aunque ciertamente él tienta–. Santiago dice lo siguiente: “Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión” (Stg. 1:14). Porque como dijo Jesús: “Porque del corazón provienen malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios y calumnias” (Mat. 15:19).
Hay algo peor que el hecho de que todos somos pecadores y es no admitirlo. El primer paso que todos debemos dar, si queremos ser salvados, es admitir –tal como lo hizo Steve– que “todos somos culpables”.
NO SE TRATA DE MERECER
Diana tuvo la oportunidad de destruir a Dr. Maru, pero recordó su última conversación con Steve y no lo hizo. Ares, entonces, le gritó que los humanos no merecen la protección que ella les brindaba. Y ella le responde con las palabras que Steve le había dicho anteriormente: “no se trata de merecer, es sobre lo que crees. Y yo creo en el amor”.
Dice la Biblia en Romanos 5:8 lo siguiente: “Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. Este versículo dice que la muerte de Cristo por nosotros es demostración del amor de Dios por nosotros. Jesús experimenta la ira de Dios que nosotros merecíamos por nuestros pecados y nos regala la paz con Dios que Él compró con Su obediencia hasta la muerte de cruz. Esa es la demostración definitiva de que El nos ama –no que siempre tengamos salud o tengamos mucho dinero–.
Y podemos medir la grandeza de Su amor, primero, en que Dios entregó a Su Hijo único amado a morir. A Diana no le costó la vida proteger a los humanos, a Jesucristo sí. Segundo, podemos medir la grandeza de Su amor en que los pecadores (tú y yo) son los beneficiarios del regalo del Hijo de Dios. Ellos merecen la condenación, pero Dios les da la salvación. Ellos merecen la muerte eterna, pero Dios les da la vida eterna. Ellos merecen el infierno, pero Dios les da el cielo. No se trata de merecer, se trata de amor. Y a eso la Biblia le llama gracia.
No quiero terminar sin antes hablarle brevemente al cristiano consciente del pecado que todavía mora en él: ninguno de tus pecados puede tomar a Dios por sorpresa y hacer que El se arrepienta de salvarte. El conoce todos tus pecados pasados, todos tus pecados presentes y todos tus pecados futuros. Y precisamente porque El los conoce es que envió a Su Hijo Jesús a pagar por cada uno de ellos en la cruz del calvario. Tú eres perfectamente conocido y perfectamente amado por Dios en Jesús.