Armadura medieval

¡A la batalla!

Deuteronomio es el quinto y último libro del Pentateuco. En este libro, Moisés (inspirado por Dios) resumió tanto la narrativa como las leyes que se encuentran en los tres libros anteriores (Éxodo, Levítico, Números). De esa manera Moisés le recordó a Israel cómo Dios castigó a toda una generación por su incredulidad y desobediencia; y animó al pueblo, que estaba a punto de entrar en la tierra prometida, a confiar en las promesas de Dios y a obedecerle.

En Deuteronomio 20 encontramos leyes sobre la guerra y en el versículo 1 leemos lo siguiente: “Cuando salgas a la batalla contra tus enemigos y veas caballos y carros, y pueblo más numeroso que tú, no tengas temor de ellos; porque el Señor tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto está contigo” (v. 1).

Dios sabía que los enemigos que Su pueblo enfrentaría tenían caballos, carros y un mayor número de personas. Dios también sabía que al ver esto, Su pueblo sería tentado a desmayar, temer, alarmarse, aterrorizarse. Por eso la siguiente exhortación: “Oye, Israel, hoy ustedes se acercan a la batalla contra sus enemigos; no desmaye su corazón; no teman ni se alarmen, ni se aterroricen delante de ellos” (v. 3).

Marchar contra esos enemigos parecería ser un acto suicida. Pero Dios les dijo en ambas ocasiones: “no tengas temor de ellos… no teman” (vv. 1, 3). Ahora, la razón por la cual ellos no debían temer no era porque sus enemigos no eran fuertes –porque sí lo eran–. La razón por la cual Israel no debía temer tampoco era porque ellos eran más fuerte que sus enemigos –porque ellos no lo eran–. Es decir que el llamado de Dios no estaba basado en una negación de la realidad ni en una exaltación falsa del potencial del pueblo.

Dios les dijo claramente cuál era la razón por la cual ellos no debían tener temor: “…porque el SEÑOR tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto está contigo” (v. 1). Y unos cuantos versículos más adelante, Él lo volvió a repetir: “porque el SEÑOR su Dios es el que va con ustedes, para pelear por ustedes contra sus enemigos, para salvarlos” (v. 4).

¿Lo ves? El pueblo de Israel no tenía que temer porque Dios estaba con ellos y por ellos. Si Dios estaba en su contra, ellos tenían razón más que suficiente para temer –aunque fueran el ejército más poderoso del mundo–. Pero si Dios estaba a su favor –¡y de verdad Él lo estaba!–, entonces ellos no tenían razón alguna para temer. Ellos no debían fijar sus ojos en sus enemigos y su fuerza, tampoco debían fijar sus ojos en ellos mismos y su debilidad; ellos debían fijar sus ojos en Dios, quien se había hecho a sí mismo Dios de ellos y quien había determinado pelear por ellos.

Y ese Dios no era nadie menos que el que los sacó de la tierra de Egipto. Allí Dios demostró que Él era más fuerte que Faraón y todo su ejército. Allí, también, Dios demostró que Él era el Dios verdadero y no los dioses de Egipto. Si Dios había peleado por ellos en el pasado, ¿por qué dudar de que Él pelearía por ellos otra vez?

Ahora, cuando leemos el capítulo completo nos damos cuenta que “el Señor peleará por ustedes” no significaba que el pueblo bajaría sus armas y no pelearían. Más bien, eso significaba que Dios bendeciría sus esfuerzos, que serían en vano sin la ayuda de Dios.

Hoy en día la batalla del cristiano no es contra otras naciones; sino contra Satanás, el pecado remanente y el mundo. Y podemos sentir temor al ver la fuerza de Satanás, la persistencia de nuestro pecado remanente y la presión del mundo. Pero el llamamiento de Dios hoy sigue siendo el mismo: “no teman”. Y la razón por la que no debemos temer sigue siendo la misma: “porque el Señor Su Dios es el que va con ustedes”. Dios, en la persona de Jesucristo, se hizo hombre para pelear por nosotros contra nuestros enemigos. Y aunque Él ascendió a los cielos, nos dejó Su Espíritu Santo. ¡Ahora Dios habita en nosotros! Peleemos sin temor, porque con Dios a nuestro favor la victoria es segura.

Publicado por

Misael Susaña

Misael Susaña nació en República Dominicana, fue salvado a la edad de trece años y actualmente es uno de los pastores de Iglesia Fundamento Bíblico. Es también maestro de Inglés. Estudió Teología Sistemática en la Academia de la Gracia (Reformed Baptist Seminary) y ha participado en varios diplomados. Desde el 2008, ha publicado regularmente artículos bíblicos en su blog (gustadaDios.com). Misael, teniendo en mente Salmos 34:8, prefiere describirse a sí mismo como un «Catador de la bondad de Dios y feliz promotor de ésta; para Su gloria y el beneficio [en Él] del creyente».

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