Lecciones en la escasez y la abundancia.

El milagro de la alimentación de las [más de] 5 mil personas tuvo el propósito de que creamos que Jesús es Dios y Salvador, y así obtengamos vida eterna. También, en el relato de este milagro que se encuentra en Juan 6, encontramos dos lecciones que es importante que recordemos a lo largo de todo este año que recién inicia.

EN LA ESCASEZ

“«Hagan que la gente se siente», dijo Jesús. Y había mucha hierba en aquel lugar; así que se sentaron. El número de los hombres era de unos cinco mil. Entonces Jesús tomó los panes, y habiendo dado gracias, los repartió a los que estaban sentados; y lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que querían” (Juan 6:10, 11).

Después de hacer que la gente se recostara sobre la hierba, Jesús tomó los panes y dio gracias. Dar gracias a Dios al comer era una costumbre para los judíos (Mateo 26:27; Lucas 22:19). Esa es una costumbre que debe ser adoptada por algunos que no la tienen o retomada por otros que la han abandonado. Dar gracias a Dios al comer es un reconocimiento de que Él es nuestro proveedor y que Él ha sido fiel en suplir nuestra necesidad de alimento.

Ahora pregunto: ¿cuándo vino la gratitud? ¿Antes o después del milagro? Jesús dio gracias cuando sólo había 5 panes y dos pececillos. Aquí Jesús nos enseña en la escasez: la más pequeña de las bendiciones que tenemos sigue siendo un regalo de Dios que no merecemos, por lo que debemos estar profundamente agradecidos. También, no tenemos que esperar a que Dios nos dé más para agradecer; agradezcamos lo poco que tenemos, aun si Dios decide no darnos más.

Después de todo ya tenemos a Jesús quien es el pan de vida que sacia eternamente nuestra alma. Como dice Sam Allberry: “En los tiempos de Jesús (y en algunos lugares hoy) el pan era la materia prima. Las personas lo comían todo el tiempo, no porque a ellos les encantaba el pan, sino porque, para muchos de ellos, el pan era todo lo que había para comer. No tener pan significaba no tener vida… Si no tenías pan, morías. Era tan simple como eso. Así que, cuando Jesús dice que El es el pan de vida, El está diciendo que es a nuestra alma lo que el pan es a nuestro estómago hambriento. El está diciendo que es el único que puede satisfacernos en el nivel más profundo. Es una manera de decir que todas las otras cosas que somos tentados a pensar que son cruciales para conseguir que nuestra alma esté bien (sexo, matrimonio, romance, amistad profunda) no son cruciales. No es que esas cosas no importan, sino que ellas no importan tanto como pensamos”.

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Cuando lo poco es mucho.

Los milagros son peculiares en el sentido de que no son habituales o frecuentes. Y dentro de los milagros de Jesús, hay uno que es incluso más peculiar. Éste es uno de los dos milagros que se registran en los cuatro evangelios. Éste se encuentra registrado en el capítulo más largo de Juan. Éste, a diferencia del milagro en las bodas de Caná (Juan 2), fue presenciado y experimentado personalmente por miles de personas. Después de llenar 5 mil estómagos es muy difícil negar el milagro de Jesús.

El milagro al cual me refiero fue el de la alimentación de los [más de] 5 mil. Con este milagro Jesús alimentó a 5 mil personas (sin contar a las mujeres y los niños) que se habían reunido para que Jesús las sanara y les enseñara.

Jesús no alimentó a esa gran multitud de la nada –aunque Él podía hacerlo sin problema–. Él alimentó a la gran multitud de casi nada: de cinco panes de cebada y dos peces pequeños. Eso podría ser la comida de un par de personas, no de 5 mil personas. Por eso Andrés, hermano de Simón Pedro, preguntó: “¿qué es esto para tantos?”. Andrés estaba poniendo en sus propias palabras algo que Felipe, otro discípulo de Jesús, había dicho anteriormente: “Doscientos denarios de pan no les bastarán para que cada uno reciba un pedazo”. Ninguno tenía provisión suficiente para tanta gente. Pero Jesús demostró ser el Proveedor supremo. Él es el único que puede sumar 5 más 2 y obtener como resultado 5,000.

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