Debido a que George Matheson no lo expresó, no sabemos qué fue lo que le causó “el más severo sufrimiento mental”. Pudo haber sido el recuerdo de aquella chica que se negó a casarse con él, un hombre ciego. También pudo haber sido el saber que su hermana, al entrar en una nueva etapa de su vida, ya no estaría con él como antes. Lo que sí sabemos es que Dios, a través de las palabras su himno, dio a Matheson el gozo y la seguridad de que Su amor nunca lo dejaría –lo mismo nos asegura Dios en Su Palabra–. Romanos 8:35 dice: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?”.
Antes de continuar es necesario decir que el amor de Jesucristo, que es el amor de Dios (Ro. 8:39), por los Suyos no implica necesariamente la ausencia de problemas (véase Ro. 8:36). El amor de Jesucristo se manifestó al darse a sí mismo, conforme a la voluntad del Padre, para salvarnos de nuestro pecado y reconciliarnos con Dios; este amor se manifiesta al Él hacer que todas las cosas cooperen para nuestro bien, bien que será consumado en nuestra glorificación (Ro. 8:28, 29).
Sí habrá problemas, pero aun en medio de ellos el amor de Jesucristo no nos dejará. Otras personas podrían dejarnos, pero no Jesucristo. Matthew Henry dijo: “Los problemas no causan ni muestran ninguna disminución de Su amor. No importa de qué sean separados los creyentes, queda suficiente. Nadie puede quitar a Cristo del creyente; nadie puede quitar al creyente de Cristo, y eso basta”. Así que, podemos afirmar con tanta seguridad como el apóstol: “Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Ro. 8:38, 39). Permítanme resaltar algunas partes de esa afirmación:
- “Ni la muerte”: Aquellas personas que se casan prometen amarse “hasta que la muerte los separe”, esta última frase es un sobrio reconocimiento de que hay algo lo suficientemente fuerte como para separar a dos personas que se aman profundamente o como para que dos personas que se aman profundamente dejen de amarse –esto es, la muerte–. Pero no hay un “hasta que la muerte los separe” en la relación entre Jesucristo y los Suyos. La muerte de los cristianos no será más que la entrada a una mayor experiencia del amor de Jesucristo por ellos, ya que estarán para siempre con Él.
- “Ni lo por venir”: Ciertamente hay muchas cosas acerca del futuro que no sabemos. Pero hay algo que sí sabemos y podemos afirmar con toda seguridad, y es que Jesucristo nos seguirá amando y no hay nada ni nadie que pueda venir y separarnos de Su amor.
- “Ni ninguna otra cosa creada”: Como si fuera poco lo listado anteriormente, el apóstol Pablo (inspirado por Dios) agrega: “ni ninguna otra cosa creada”; indicando que absolutamente nada ni nadie podrá separarnos «amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro».
¡Oh, Amor que no me dejarás, descansa mi alma siempre en ti!