Jesucristo dijo que «cuando resuciten de entre los muertos, ni se casarán ni serán dados en matrimonio» (Marcos 12:25). La institución del matrimonio tal como aquí la conocemos no existirá más en el cielo. Aun aquellos que ven el matrimonio como un desierto, reconocen que en éste hay varios oasis. Y es por todo esto que muchos solteros cristianos no responden gozosamente “¡amén!” cuando su pastor dice “¡Cristo, ven pronto!”.
Mi punto en este artículo es que si Dios, en Su soberanía, ha decidido que Jesucristo venga antes de que te cases, Él no está quitándote lo bueno para darte algo “más o menos bueno”, sino que, aunque Él no te está dando algo bueno, sí te está dando algo mucho mejor.
El apóstol Pablo (inspirado por Dios) dijo en Efesios 5:31, 32: “Por esto el hombre dejara a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio, pero hablo con referencia a Cristo y a la iglesia”. En este versículo se dice que el matrimonio es un reflejo, una ilustración, una representación de la relación entre Jesucristo y Su iglesia. Esto se confirma al Pablo utilizar “como” (comparación) una y otra vez en los versículos 22-29.
Sabe que la realidad que es reflejada, que es ilustrada y que es representada (la relación entre Jesucristo y Su iglesia) es superior al reflejo, ilustración o representación en sí (el matrimonio). Aunque aquí y ahora disfrutamos de la comunión con el Señor, en el cielo disfrutaremos aún más esta comunión. Vislumbra todos los placeres que se derivan del matrimonio –placeres no solamente sexuales aunque incluyéndolos– con una intensidad multiplicada y que se extienden para siempre; ya que los placeres puros del matrimonio son sólo una sombra de los placeres de la íntima comunión con Jesucristo. Sin pecado en nosotros, sin los problemas de un mundo caído y cara a cara con Aquel que nos amó –más de lo que un cónyuge nos pudiera alguna vez amar– y se entregó a sí mismo por nosotros.
Jonathan Edwards dijo que en el cielo «los cuerpos espirituales glorificados de los santos serán llenos con los placeres de la más exquisita clase que tales cuerpos refinados son capaces de experimentar… La dulzura y el placer que habrá en la mente, pondrán a los espíritus del cuerpo en tal movimiento que causará una dulce sensación a través de todo el cuerpo, excediendo infinitamente cualquier placer sensual aquí» (The Happiness of Heaven). Con razón el salmista dijo: “Me darás a conocer la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; en tu diestra, deleites para siempre” (Salmo 16:11).
¿Qué de la comunión con otras personas amadas? Me gusta hablar del cielo con las siguientes palabras: junto a las personas que amamos, alrededor de la Persona que más amamos. Sam Storms dice: “En el cielo todas estas cosas [comunión interpersonal, amor, compartir, crecimiento, crianza, y comunión espiritual] continuarán: de hecho, ellas serán expandidas e intensificadas más allá de nuestra imaginación. Jesús no está diciendo que amar terminará en el cielo. Todo lo contrario. El amor que en la tierra pudo ser conseguido en una relación matrimonial entre esposo y esposa será tan maravillosamente magnificado que todo el pueblo de Dios lo experimentará conjuntamente… lo que experimentas ahora con una persona lo experimentarás, entonces, a un grado infinitamente superior para con todo el pueblo de Dios1”.
Termino este artículo con las siguientes palabras: “El que testifica de estas cosas dice: Sí, vengo pronto. Amén. Ven, Señor Jesús” (Apocalipsis 22:20).
1 Tough Topics: Biblical Answers to 25 Challenging Questions (Wheaton, IL: Crossway, 2013), p. 226.